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Estaba cantado y era cuestión de tiempo. Argelia, después de la ofensa que para ellos ha supuesto el cambio de postura del Gobierno de España respecto al Sáhara y el alineamiento con su eterno enemigo, Marruecos, que no olvidemos quiso quedarse con parte de su ... territorio y de su vecina Mauritania, ha decidido romper el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación que mantenía con nuestro país desde 2002.
Quizás algún día conozcamos las razones del cambio de postura del Gobierno de Pedro Sánchez. Y puede que entonces entendamos lo que a día de hoy es un error geopolítico y estratégico de primer orden. Claro que mientras tanto seguiremos disfrutando de los desplantes, reivindicaciones y llegadas masivas de personas, por tierra y por mar procedentes de Marruecos y nos seguiremos plegando a la rotundidad de sus acciones más que a las de sus argumentos.
Cambiamos un socio comercial fundamental y fiable, en especial en el tema energético (en 2021 el 42,7% del gas licuado que entró en España vino de Argelia), por otro veleidoso, voluble y que, no olvidemos, tiene muy claro qué teclas tiene que tocar a un país como la España actual que carece de sinfonía política en el Magreb e incluso de instrumento musical. Y éstas no son otras que la anexión del Sáhara Occidental y de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
Es absurdo «reconducir» las relaciones con Marruecos a costa de destrozar las que se mantenían con Argelia, ya que el alejamiento, e incluso la enemistad, que ello genera pasará factura a nuestro país a medio y largo plazo.
La famosa carta del presidente español modificaba la postura sobre la autonomía del Sáhara y daba un giro histórico respecto a su posición tradicional en esta cuestión y a las resoluciones de Naciones Unidas abogando por un referéndum en el territorio saharaui.
Para nuestra vergüenza, los argelinos han sido siempre los grandes aliados de la causa saharaui y en esta cuestión además de no avisarles previamente del cambio de postura, España ha permitido abastecerse a Marruecos utilizando el gasoducto del Magreb. En fin, todo un sainete que continúa el melifluo y débil comportamiento de los sucesivos gobiernos españoles desde el 26 de febrero de 1976 frente al vecino marroquí y que se ha nutrido de más torpezas, como el tema Brahim Ghali y ahora el apoyo a las tesis alauitas respaldadas, no lo olvidemos, por EEUU y sus intereses en la región.
Tiene razón el presidente de Argelia, Abdelmayid Tebune, cuando señala que el viraje de España es «injustificado» y que nuestro país reniega jurídica, moral y políticamente de sus obligaciones como «potencia administradora». La única realidad es que esta errónea decisión para contentar a Marruecos, además de eliminar cualquier atisbo de futuro para los saharauis, nos va a salir muy cara.
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