Iñigo Urkullu acompaña a Andoni Ortuzar en Sabin Etxea durante la noche electoral de las municipales y forales del pasado mayo. Ignacio Pérez

El cambio de ciclo anticipa la marcha de Ortuzar del EBB tras las autonómicas

El PNV busca rematar su renovación con una sucesión al frente del partido en la Asamblea General que se celebrará entre 2024 y 2025

Sábado, 25 de noviembre 2023, 01:13

La decisión del PNV de prescindir de Iñigo Urkullu como candidato a un cuarto mandato precipita un cambio de ciclo que, lejos de detenerse ahí, se extenderá después al propio partido, aunque manteniendo la tradicional bicefalia que siempre le ha caracterizado. La formación nacionalista celebrará ... en 2024, o a más tardar en 2025, su novena Asamblea General con el objetivo de rematar su renovación y abrir una nueva era que, salvo sorpresa mayúscula, implicará la salida de Andoni Ortuzar tras más de una década al frente del Euzkadi buru batzar (EBB).

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El PNV ha vivido en este periodo una de las épocas de mayor estabilidad y paz interna desde la instauración de la democracia, máxime tras un comienzo de siglo especialmente turbulento por la deriva soberanista abanderada por el exlehendakari Juan José Ibarretxe; los conflictos en Sabin Etxea que acabaron con la retirada de Josu Jon Imaz; y, sobre todo, la pérdida de Ajuria Enea en 2009 tras tres décadas de forma ininterrumpida en el poder. Urkullu, primero, y Ortuzar, después, emprendieron al frente del EBB un exitoso viraje hacia coordenadas más moderadas y constituyeron un tándem sincronizado. Al menos hasta ahora.

El actual líder del PNV sucedió al todavía lehendakari en el despacho de la quinta planta de Sabin Etxea en enero de 2013. Fue prácticamente un relevo natural, pues presidía hasta entonces el Bizkai buru batzar (BBB), la organización territorial más poderosa del partido. Ya en el EBB, viene liderando una etapa en la que los jeltzales han recuperado altas cotas de representación en las instituciones, hasta el punto de dominar al mismo tiempo el Gobierno vasco, las tres diputaciones forales y los principales ayuntamientos, gracias también a la reconciliación con el PSE-EE y el regreso a las coaliciones hegemónicas que ya vertebraron Euskadi a finales del siglo XX.

En un marco vasco de estabilidad impropio de estos tiempos líquidos; presumiendo de centralidad y de partido 'atrapalotodo' ante el auge de los extremos; con el debate soberanista deliberadamente soterrado para alejarse del fantasma del 'procés'; y pescando en los caladeros de exvotantes de PSE-EE y PP en un país ya libre del azote del terrorismo, el PNV se ha acostumbrado en esta década a unos resultados extraordinarios que ahora son difícilmente alcanzables. Las municipales y forales de mayo y las generales de julio dieron los primeros y evidentes síntomas de desgaste con importantes fugas a la abstención. Una tendencia opuesta a la de su principal rival, EH Bildu, al alza por su consolidación como actor político tras el fin de ETA.

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Relevo generacional

Ortuzar tiene 61 años y preside una ejecutiva de trece miembros con 56 años de media

El riesgo del volantazo

Entre las bases, y poco a poco también entre los dirigentes nacionalistas, se extiende el diagnóstico de «agotamiento» de un partido «anquilosado» y necesitado de una renovación en profundidad con caras diferentes y un relevo generacional. Baste un dato para tomar la perspectiva de la fotografía actual: la edad media de los trece miembros del EBB es de 56 años. El propio Ortuzar tiene 61; le superan José Antonio Suso (67), Joseba Egibar (64), Joseba Aurrekoetxea (63) y Koldo Mediavilla (62). Por contra, sólo hay una persona menor de 45: la secretaria, Mireia Zarate (37).

Es este EBB el que ya ha comunicado a Urkullu que no será el candidato que como ejecutiva le corresponde proponer para el proceso interno, y es este EBB, por tanto, el que asume el riesgo de un volantazo cuyo éxito o fracaso se dirimirá en las elecciones autonómicas, que podrían adelantarse a marzo para distanciarse del ruido de la política nacional en las europeas de junio. El escrutinio y la comparación con los resultados de 2020 -el PNV logró 31 parlamentarios y 350.000 votos en unos comicios con una altísima abstención del 49% en plena pandemia- contribuirán a marcar un horizonte que a priori estará despejado de convocatorias electorales hasta 2027, algo que contribuirá a desplegar los cambios y a rodar el proyecto.

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Renovación

El cambio en el liderazgo del EBB tendrá también su posterior plasmación en las ejecutivas territoriales

Tras las autonómicas, los jeltzales deberán celebrar su novena Asamblea General -la última fue en 2021, pero venía retrasada de 2020 por el covid- y todo apunta a que Ortuzar no seguirá al frente del EBB para un cuarto mandato. «Llevar doce o trece años es una trayectoria suficientemente larga para que si se dan las condiciones y viene alguien con aire fresco para llevar adelante el partido, pues estupendo. Creo en la renovación de verdad», deslizó él mismo en una entrevista en EL CORREO publicada a finales de septiembre.

El cambio de caras en el liderazgo del partido tendrá también su plasmación en las ejecutivas territoriales. La continuidad de Itxaso Atutxa (56 años) al frente del partido en Bizkaia dependerá de su eventual salto a otras responsabilidades orgánicas o institucionales, mientras que en Álava José Antonio Suso ya ha comunicado que no aspirará a la reelección y en Gipuzkoa se da por hecho que Joseba Egibar dará paso a un sucesor tras permanecer en el cargo desde 1987.

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