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La ponencia de Memoria constituida en el Parlamento vasco sigue atascada. Y sin visos de que el nudo gordiano en el que se han convertido sus deliberaciones pueda deshacerse durante los próximos meses, irremediablemente marcados por el carrusel de campañas electorales que está a punto ... de arrancar. Los partidos participantes en el foro, todos los representados en el Legislativo excepto el PP, se reunieron ayer durante algo más de una hora y solo consiguieron pactar la fecha en la que volverán a encontrarse: el viernes de la semana que viene. Ni un avance más.
Más bien al contrario. Las discrepancias que mantienen las formaciones volvieron a aflorar y el debate de la ponencia, que llevaba casi tres meses sin reunirse, degeneró en una bronca considerable. Lo llamativo es que el desencuentro no fue entre PSE y EH Bildu, que han aireado durante las últimas semanas sus diferencias respecto a la necesidad de reconocer que el daño causado por ETA fue injusto, sino entre los representantes socialistas y los del PNV. ¿La razón? El PSE reprocha a su socio en el Gobierno vasco que no sea más exigente con la izquierda abertzale y sus postulados sobre la banda terrorista.
Visto que EH Bildu no quiere entrar en una batalla de términos sobre ETA que considera que solo busca dañarle, la posibilidad de que la ponencia vaya a alumbrar una declaración unánime puede darse ya por descartada. Y el roce de ayer entre PNV y PSE augura que el resto de formaciones también están lejos de ponerse de acuerdo, lo que aboca al foro a un callejón sin salida por mucho que siga reuniéndose. Y pone en cuestión su utilidad. El objetivo era que los partidos alcanzaran un mínimo consenso sobre los años de terrorismo que sirva de guía a la sociedad y ayude a pasar página, pero, tras dos años de trabajos, no parece factible.
Tras cerrarse en falso la pasada legislatura, el Parlamento volvió a constituir la ponencia de Memoria el 8 de marzo de 2017. Ya se sabía que ETA preparaba su disolución, así que las expectativas sobre el foro eran máximas. Pero no. Primero se descolgó el PP, que se negó a participar aduciendo que no se buscaba deslegitimar el terrorismo etarra, y luego las deliberaciones del resto, desarrolladas a puerta cerrada y con absoluto hermetismo, han ido perdiendo fuelle. Durante dos años los grupos se han dedicado a escuchar a víctimas, expertos en política penitenciaria, sociólogos, abogados, políticos e incluso exetarras, y cuando ha llegado la hora de tender puentes las discrepancias parecen insalvables.
La presidenta de la ponencia, la jeltzale Ana Oregi, presentó el pasado otoño una síntesis sobre lo escuchado los meses previos para empezar a trabajar en un texto de consenso. El documento plantea, entre otros asuntos, que la violencia de ETA fue un error, reclama otra política penitenciaria y medidas para la convivencia futura y la memoria de todos los afectados. Todos los partidos plantearon enmiendas. Más aún: EH Bildu y PSE presentaron síntesis alternativas. Los independentistas echan en falta alusiones al «terrorismo de Estado» y las torturas, y los socialistas mayor contundencia a la hora de reflejar la violencia etarra y la «persecución» que supuso.
Y ahí se ha quedado el foro. EH Bildu cree que el PSE quiere «reventar» la ponencia con sus exigencias y el PSE que la izquierda abertzale no alcanza el 'suelo ético' pactado por el Parlamento sobre el terrorismo y que el PNV debe presionar más a la coalición que lidera Arnaldo Otegi. Sin avances en ninguno de esos aspectos, y sin previsión de que los haya, la ponencia retomó ayer su labor -no se convocaba desde diciembre- con el único objetivo de decidir si merece la pena seguir adelante. Tras hora y cuarto de debate, marcado por la discusión «de fuerte calado» entre PNV y PSE, según reconocieron fuentes socialistas, el foro se ha dado de plazo hasta el viernes de la semana que viene para decidir si la síntesis de Oregi es válida o si hay que volver a empezar.
Casi a la misma hora en la que ayer se reunía la ponencia, el lehendakari opinaba públicamente sobre el incierto futuro del foro y su lento avance. Urkullu expresó su «respeto» por los trabajos del Parlamento, marcados por «el contexto» político, pero no dejó pasar la oportunidad de reconocer que preferiría que se dieran «avances efectivos y compartidos». Por contra, se encontró con la bronca entre PNV y PSE. Los socios de Gobierno tienen pactado que pueden discrepar en temas de memoria, pero enzarzarse es otro nivel.
Portavoces socialistas intentaron ayer quitar hierro a lo sucedido garantizando que la ponencia, si de ellos depende, «seguirá adelante». Aseguran que, aunque no haya margen para un acuerdo total, el foro está facilitando encuentros parciales. Por ejemplo, respecto a la necesidad de cambiar la política penitenciaria y el acercamiento de presos. En cambio, las diferencias respecto a otros asuntos como la violencia de ETA podrían volver a visualizarse en breve. El próximo lunes -11 de marzo- se celebra el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo, cita que el Gobierno vasco conmemorará con un acto en San Sebastián. El lema elegido en 2018, que se centraba en la «injusticia» de la violencia etarra, llevó a EH Bildu a no suscribirlo.
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