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Esta semana, instituciones y empresas han compartido un espacio muy relevante y que podría haber sido esperanzador para la ciudadanía en un momento en el ... que la incertidumbre y el pesimismo sobre el desarrollo económico provocada por Trump y sus tambores de guerra comercial agitan sus preocupaciones. Se trataba del Basque Circular Summit, un evento muy conectado al futuro de Euskadi en el que se mostraban con ejemplos reales cómo la economía circular no solo ayuda a cuidar el planeta, sino que mejora la competitividad de nuestras empresas, crea puestos de trabajo y sirve como referente para la innovación y el desarrollo del talento emergente que está trabajando en la práctica en el cambio de paradigma hacia el que la Unión Europea nos decía que había ir tras el Pacto Verde.
Los tambores de guerra comercial han hecho girar el enfoque de las prioridades y se habla más de planes de rearme europeo y de aranceles que de los fondos de reconstrucción. Si la ciudadanía se hubiera enterado del Baque Circular Summit habría comprobado cómo las empresas vascas se habían creído lo de los indicadores de sostenibilidad medioambiental y social y habría visto buenos ejemplos de estas prácticas para poner rostro, ojos y empleo al concepto de la economía circular.
Se están creando empleos verdes ligados a la economía circular, pero la ciudadanía no sabe que tiene que estudiar para ser gestor de residuos o dónde están las nuevas oportunidades. La ciudadanía no sabe todavía qué es la economía circular porque los ejemplos de estos procesos de trabajo no están cristalizados en su cultura laboral como la fabricación centenaria de neumáticos en Basauri. No se transmite la alegría social que genera la creación de puestos de trabajo en la economía circular. Se desconoce que ya se han creado 5.000 empleos directos en Euskadi y que se prevé que este nuevo paradigma pueda generar 700.000 nuevos puestos de trabajo en Europa para 2030.
Defender Europa también es defender la economía circular, porque sus enemigos están aprovechando el caos ideológico mundial que ha provocado la súbita transformación de EEUU de aliado a enemigo para expandir su narrativa sobre el supuesto exceso de celo en las regulaciones medioambientales como causante directo de la falta de la competitividad de nuestras empresas. Por eso, la defensa de la economía circular no tiene que poner el énfasis en definir el nuevo paradigma de producción y consumo en la búsqueda de la reducción de la huella ecológica fomentando acciones como el reciclaje y la reutilización de los productos. Lo que hay que transmitir mejor a la ciudadanía es que crea puestos de trabajo.
Los dos mundos, los de la economía lineal de toda la vida y los de la economía circular, van a convivir durante mucho tiempo y sería conveniente que más allá de las necesarias políticas destinadas a ayudar a los perdedores que generan todas las crisis se plantearanpolíticas de comunicación que ayudaran a construir discursos comprensibles y cercanos en espacios abiertos para ayudar a cristalizar en la ciudadanía una nueva identidad laboral que tenga como referente ese cambio de paradigma basado en la economía circular.
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