El lehendakari, Imanol Pradales, ha reivindicado en Bruselas el liderazgo de las regiones en el diseño del futuro europeo. Mantiene, con razón, que las regiones pueden convertir sus estrategias de especialización en una ventaja competitiva. En el caso del País Vasco, se argumenta que nuestra ... identidad cultural y capacidades industriales han sido activos clave para atraer inversiones. Se defiende, de fondo, una Europa construida desde las regiones, que piden una Europa más fuerte, más cohesionada y más ambiciosa, según el último discurso del Presidente del Comité de las Regiones. Es verdad que Euskadi puede jugar un papel importante en ese espacio de reforzamiento del poder regional, pero también es verdad que sería conveniente antes reforzar internamente esa fuerza regional para que Euskadi sea más fuerte, más cohesionada y más ambiciosa como piden las regiones a Europa.
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Euskadi tiene un debate pendiente relacionado con el fortalecimiento de su gobierno y la generación de una visión compartida de país en cada uno de los tres territorios que componen la Comunidad Autónoma del País Vasco. Habría que perder el miedo a hablar más de homogeneización que de armonización. Los retos ambiciosos que se nos presentan como región relevante en Europa se deberían corresponder con el mismo énfasis en la generación de las condiciones que posibiliten tener un interés compartido de país y no tres intereses territoriales compitiendo por los mismos recursos en el mismo escenario internacional en el que Euskadi aspira a ser un actor influyente.
Resulta difícil de entender que haya visiones diferentes interterritoriales en materia fiscal, servicios sociales o ayudas al transporte público. Las duplicidades, la cultura de la rivalidad o la sensación de ser atendido de forma diferente según el territorio vasco donde vivas dificulta la construcción real de una región fuerte. La historia o la inercia determinista no puede ser el argumento que impida que se abra el debate sobre cómo unificar perspectivas en los tres territorios. La voz en Europa requeriría un único proyecto colectivo y alto grado de coherencia y cohesión interterritorial. El nuevo Estatuto que se redactará esta legislatura podría ayudar en este sentido, otorgando competencias recaudatorias al Gobierno vasco y permitiendo que el Parlamento pueda aprobar impuestos, por ejemplo.
Es necesario avanzar en la ruptura de la frontera territorial interna en los temas que limitan la puesta en marcha de políticas comunes para hacer de Euskadi y no de cada uno de los territorios históricos un espacio atractivo para vivir y trabajar. Sería conveniente seguir trabajando por una Euskadi fuerte donde cada territorio no compita con el otro en la atracción de talento, inversiones y en proyectos de investigación y desarrollo sobre lo mismo. Se hace urgente reinterpretar la foralidad y adaptarla al siglo XXI.
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