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Un día de principios de septiembre de 1974, dos jóvenes vascofranceses se acercan a comer a la cafetería Rolando, en la calle Correo de Madrid, al lado de la Puerta del Sol. Les gusta el local, donde cada día se dejan caer turistas, vecinos y ... funcionarios, por su buen menú, su precio moderado y la amabilidad de su personal. El camarero que les atiende se llama Manuel Llanos Gancedo, asturiano de Villar de Vildas. Les parece muy simpático y le dejan una buena propina.
El 13 de septiembre, Bernard Oyarzabal Bidegorri y María Lourdes Cristóbal, que se movían en el entorno de ETA, regresan a Rolando. Son las 14 horas y se sientan en el comedor. Cristóbal finge un mareo y el camarero Manuel va a preparar una infusión. La pareja de clientes sale a la calle a tomar el aire, pero deja debajo de la mesa una bolsa de tela. Contiene 15 kilos de dinamita goma 2E-C y un temporizador. A las 14.30, la cafetería Rolando salta por los aires. Ese día mueren once personas, una de ellas, Manuel Llanos Gancedo; otra falleció quince días después y la última, en 1977, por las secuelas de la bomba. En total, trece muertos, setenta heridos y muchas vidas salvadas gracias a la actuación heroica de Pedro Chicote, un policía armada de Burgos destinado en la cercana comisaría de la calle Leganitos. Chicote entró y salió del establecimiento y sacó a 15 personas, la última, una niña atrapada entre los escombros. Esta semana se han cumplido 50 años de la primera matanza indiscriminada de ETA, la que más muertos causó hasta Hipercor, en Barcelona, en junio de 1987, con 21 víctimas.
ETA había logrado un enorme impacto mediático con el asesinato del presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973, y en 1974 buscaba dos grandes secuestros, el del aristócrata Luis Gómez-Acebo, marido de la infanta Pilar y cuñado del entonces príncipe Juan Carlos, que se debía realizar en Zarauz, y el de don Juan de Borbón en Mónaco, pero ambos fracasaron. Además, el 28 de agosto, fueron detenidos dos importantes terroristas, José María Arruabarrena (Tanque) y José Antonio Garmendia (Tupa). El frente militar de ETA, en su intento por imponerse dentro de la banda, preparó dos actos de venganza, uno en el País Vasco y otro en Madrid. La Guardia Civil neutralizó el primero; el segundo, no.
«Los autores intelectuales y materiales eran del frente militar. Cuando se comprobó el resultado de la bomba, hubo una agria discusión en el seno de la banda. El frente militar defendía no solo reivindicar el atentado, sino seguir ese modelo. El resto les llegó a denominar 'Septiembre Negro vasco'», explica Gaizka Fernández, responsable de Investigación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, que, junto con la historiadora Ana Escauriaza, ha publicado 'Dinamita, tuercas y mentiras. El atentado de la cafetería Rolando' (Tecnos).
Oyarzabal y Cristóbal fueron los ejecutores del atentado, pero la autoría intelectual se le atribuye a Eva Forest. Pareja del dramaturgo Alfonso Sastre, Forest había formado en Madrid el Frente Popular de Liberación, una organización fascinada por la revolución de Cuba y la guerra de Vietnam que aspiraba a sustituir la dictadura franquista por otra comunista. En realidad, el grupúsculo funcionaba como una red de apoyo a los comandos de ETA que viajaban a Madrid. Sin Forest, el atentado de la calle Correo no se hubiera perpetrado.
La colaboradora Eva Forest
«Forest recibía órdenes de la dirección de ETA en el sur de Francia. Fue la anfitriona de Oyarzabal y Cristóbal y visitó con ellos la cafetería Rolando. Tras el atentado, los alojó en una casa refugio de Alcorcón, donde estuvieron escondidos hasta que huyeron a Francia», explica el periodista Xuan Candano, que ha invetigado sobre la matanza en el libro 'Operación Caperucita' (Akal).
La red de Forest y Sastre tenía entre sus acólitos a un joven estudiante izquierdista, Eduardo Sánchez Gatell, testigo directo de aquellos acontecimientos, que en 'El huevo de la serpiente. El nido de ETAen Madrid' (Betagarri Liburuak) ahonda en la responsabilidad de Forest. «La persona que ideó y organizó el brutal atentado, procuró el apoyo necesario para llevarlo a cabo y condujo, incluso, el coche en el que se desplazó el comando encargado de dejar los explosivos en el establecimiento fue Eva Forest. Es imposible pensar en un accidente o un error. Ella lo celebró, delante de mí. Alfonso Sastre lo celebró también en la cárcel».
Forest y Sastre consideraban al Partido Comunista de España (PCE) como un traidor y «detestaban su línea pactista y reformista», retoma Candano. «Por eso, durante el juicio, Forest quiso implicar al PCE, que no había tenido nada que ver con el atentado, y delató a personas completamente inocentes, como Lidia Falcón, que pagaron sus mentiras con la cárcel», agrega Gaizka Fernández. ETA, en su afán por exonerarse de responsabilidad, llegó incluso a culpar a la extrema derecha de la bomba.
La masacre terminó de romper a la banda, que se partió en dos: ETA político militar )germen de Euskadiko Ezkerra), que intentó continuar aunando la 'lucha armada' y la 'lucha de masas', y ETA militar, la organización puramente terrorista que se disolvió en mayo de 2018. Precisamente un mes antes, en un boletín interno y 44 años después, ETA reconoció su autoría, pero nadie, nunca, pidió perdón a las víctimas.
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