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El día en que se enfrentaba a un intento de reprobación, Gotzone Sagardui parecía una convidada de piedra en el Parlamento vasco. Llegó a paso lento por el Paseo de la Florida y estuvo toda la mañana sentada en un escaño que no era el ... suyo sin pronunciar palabra. Desde ahí, se limitó a escuchar a los intervinientes, hizo unas cuantas anotaciones en su ordenador y, una vez fracasada la iniciativa, se marchó. Fue la muestra fidedigna de la tranquilidad que concede una mayoría absoluta, capaz de aplacar cualquier frente común de la oposición. En el episodio de este jueves, para exigir responsabilidades políticas ante un escándalo de vacunaciones irregulares de altos cargos.
La consejera de Salud salió airosa de la prueba, nada que no se conociera de antemano. Como dictaba el guion, PNV y PSE se valieron de sus 41 escaños sobre un total de 75 para blindar en el cargo a la principal responsable de la lucha contra la pandemia en Euskadi. Lo hicieron hasta en tres votaciones diferentes, correspondientes a la moción original de EH Bildu para censurar la gestión de Sagardui y las posteriores enmiendas parciales de Elkarrekin Podemos-IU y PP+Cs. Con la ausencia de Vox, cuya parlamentaria se quedó sin voz ni voto por una infección de garganta, la oposición en bloque coincidió en reclamar la marcha inmediata de la sucesora de Nekane Murga.
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Todos los grupos excepto los que sustentan el Gobierno vasco siguen convencidos de que la titular de Salud no ha dicho toda la verdad sobre las vacunaciones de directivos en los hospitales de Basurto y Santa Marina, entre ellos dos cualificados militantes del PNV. «Es inaceptable utilizar una mayoría absoluta para encubrir mentiras. Este pueblo no merece esta forma de gobernar», arrancó la abertzale Rebeka Ubera. «No quieren transparencia, sino pasar página lo más rápido posible», se sumó después el morado Jon Hernández. «Han construido un castillo de la mentira que algún día se les derrumbará», remató la popular Laura Garrido.
Estos partidos llevan casi cuatro meses tratando de esclarecer las dudas que siguen sobrevolando el escándalo. ¿Hubo más implicados en las vacunaciones secretas de Basurto? ¿Por qué no se registraron? ¿Cómo pudo Osakidetza mandar tantos viales de más a Santa Marina en un momento de escasez de dosis? ¿No saltaron las alarmas cuando José Luis Sabas comunicó por 'whatsapp' a Sagardui su plan de inocular a «todo el personal» del centro? Para contestar a éstas y otras preguntas, han solicitado de manera insistente que los protagonistas comparecieran ante la comisión de Salud. Pero PNV y PSE las han vetado una tras otra al entender que la investigación interna ya depuró todas las responsabilidades.
Ante una actitud que el representante de Elkarrekin Podemos-IU tachó de «mordaza», EH Bildu decidió reactivar la solicitud de reprobación que registró el 12 de febrero. Y precisamente en esa tardanza fue donde PNV y PSE encontraron la base de su defensa. Ambos arguyeron que la formación abertzale no esperó a escuchar las explicaciones de la consejera y que se abalanzó a sellar la moción para emplearla como arma arrojadiza en el momento idóneo. «Sentenciar en invierno y ver si nos viene bien para ejecutar la sentencia en primavera», desgranó el jeltzale Luis Javier Telleria. «Tome, ésa es su sentencia. Es culpable, pero espere un momentito, que le vamos a montar ahora el juicio», representó de forma irónica el socialista Ekain Rico.
Una supuesta estrategia que el parlamentario nacionalista enmarcó en una forma «ruin e indecente», hasta «miserable», de practicar política, «embarrando aunque el suelo esté seco». Es más, Telleria dibujó a un EH Bildu sincronizado con la táctica del PP en el Congreso como «ariete» contra Pedro Sánchez. «A ustedes se les ha ido un poco la olla y han traído aquí el modelo de Madrid. Al final son lo mismo: no aportar nada y sacudir», espetó a la bancada abertzale.
Una retahíla de palabras gruesas que, más allá de enfangar el debate, ahondaron en el delicado momento por el que pasan las relaciones del Gobierno con la oposición, especialmente con EH Bildu. «Ganaréis otra votación, pero será otra derrota política», advirtió Ubera a jeltzales y socialistas. Pero la fallida reprobación de Sagardui también fue un aviso a navegantes de Podemos, la formación a priori más proclive a acordar. «Estaba en su mano evitar que un grupo como el mío estuviera hoy en este planteamiento», dejó caer un resignado Hernández.
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