
Frecuentemente al iniciar una conversación con alguien, Bingen Zupiria (Hernani, 1961) carraspea. Lo que dice después es claro, nítido, sin una palabra más alta que ... la otra, pero directo. Tal vez por eso y por su extenso conocimiento de los medios de comunicación, Iñigo Urkullu le ha encomendado la portavocía de un Ejecutivo vasco que afronta decisiones difíciles de tomar y, sobre todo, de explicar. El también consejero de Cultura y Política Lingüística se situará cada martes de Consejo de Gobierno frente a las cámaras como cuando presentaba la edición nocturna del 'Gaur egun' de ETB1.
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El nuevo portavoz, que releva a Josu Erkoreka tras dos legislaturas sin sobresaltos comunicativos, está más que curtido en estas lides. Aunque estudió Filología Vasca en Deusto, su trayectoria ha estado siempre ligada al periodismo. Con 22 años consiguió su plaza en Euskal Telebista, casa que le ha visto crecer desde abajo hasta lo más alto. De un espacio gastronómico hasta la dirección de una televisión pública que conoce al dedillo. Por el camino también fue jefe de prensa de José Antonio Ardanza durante diez años en lo que fue su primer vínculo con la política.
Zupiria era director del diario 'Deia' cuando Urkullu le propuso dar el salto al Gobierno hace cuatro años. Creó expresamente para él una nueva consejería, la de Cultura y Política Lingüística, competencias que hasta entonces estaban integradas en Educación. Para muchos «una cartera maría», a él le venía como anillo al dedo. Melómano, hábil con un buen puñado de instrumentos musicales y lector empedernido, no rechazó la oferta. Y pese a ser un defensor a ultranza del euskera, asumió la realidad lingüística vasca desde el inicio al jurar su cargo también en castellano, a diferencia del resto de consejeros propuestos por el PNV.
La revitalización de la lengua vasca ha sido un eje fundamental en los cuatro años que lleva en el cargo. Todavía queda un largo camino para que el euskera se abra paso en la cotidianidad, especialmente en las urbes. Pero también es cierto que la anterior fue una legislatura de importantes avances. Entre ellos, la puesta en marcha de Euskaraldia, un ejercicio social masivo que se propone cambiar inercias. La segunda edición se celebrará a finales de este año e intentará revertir el pequeño paso atrás que ha provocado la pandemia, cuando no ha habido oportunidad de practicarlo en los colegios; para muchos niños, el único sitio donde lo pueden hacer.
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El otro gran reto pendiente de Zupiria es la reforma de EiTB, un ente público cuyo presupuesto anual asciende en torno a los 140 millones de euros. La radiotelevisión autonómica ya ha dado un primer paso con la integración de sus mercantiles en una sola sociedad, pero todavía falta mucho trabajo para que los cambios sean integrales. Principalmente, queda reflotar las audiencias a la baja, con especial incidencia en los canales televisivos en euskera, cuya difusión es una de las razones de ser de este organismo.
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