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La reforma del Estatuto de Gernika ha vuelto a convertirse en material inflamable en puertas de las elecciones municipales y forales que se celebran hoy. La decisión de EH Bildu, anunciada en plena campaña, de elaborar su propio texto articulado y presentarlo a mediados de ... junio para cumplir estrictamente con los plazos previstos ha hecho saltar por los aires los cálculos de los partidos y de la propia comisión técnica encargada de dar forma jurídica a las bases acordadas en su día por el PNV y la izquierda abertzale, sin renunciar a incorporar puntos de «conexión» con los votos particulares del resto de fuerzas. Sobre todo porque, según ha podido saber este periódico, los expertos trabajaban ya a buen ritmo en un documento que, con acuerdos en algunos capítulos y disenso o votos particulares en otros, podría estar listo en octubre o noviembre, el próximo otoño.
El Parlamento vasco dio en septiembre pasado ocho meses «orientativos» a los cinco juristas -propuestos a razón de uno por partido- para concluir su tarea y remitir a la Cámara un borrador de nuevo Estatuto que deberá ser sometido después a la tramitación habitual de cualquier proyecto de ley. Ese plazo, en principio flexible según la propia encomienda del Legislativo, se cumple el próximo mes de junio. Pero la izquierda abertzale ha anunciado ya por boca de su líder, Arnaldo Otegi, que ante la «falta de avances» en los trabajos, el profesor de la UPV que en su día designó para integrar la comisión de expertos, Iñigo Urrutia, y su equipo elaborarán su propio texto jurídico a partir del acuerdo inicial alcanzado con el PNV, de tinte inequívocamente soberanista. También sumarán algunas aportaciones en materia social de Podemos. «Cumpliremos la palabra dada al pueblo. Entregaremos a este pueblo el texto salvaguardando las bases y principios y en el plazo exigido», solemnizó la portavoz de la coalición abertzale, Maddalen Iriarte, que en su día ya calificó de «histórico» el acuerdo alcanzado con el PNV.
El portazo de EH Bildu choca, no obstante, con el ritmo real del trabajo de los expertos que, según las fuentes consultadas, había cogido «velocidad» en las últimas semanas tras un arranque lento y titubeante en otoño pasado. La propia Iriarte reveló que los redactores solo habían logrado dar forma a un título de los siete que, incluidos el preliminar y el que regula la reforma del texto, abarca la tarea.
Sin embargo, los juristas habían logrado avances significativos en dos de los capítulos del futuro Estatuto y preveían dejar constancia por escrito de sus diferencias en los aspectos más peliagudos, básicamente los referidos al derecho a decidir, la territorialidad, la naturaleza de la relación entre Euskadi y el Estado o los conceptos de ciudadanía y nacionalidad. Por eso causó sorpresa y estupor el anuncio que el propio Urrutia hizo de que redactará por su cuenta un texto articulado y lo depositará en junio ante la comisión técnica.
Los expertos tenían previsto, efectivamente, pedir una prórroga de unos meses, hasta después del verano, para concluir los trabajos, una eventualidad que los partidos ya tenían prevista desde hace tiempo. Junio no solo resultaba demasiado precipitado, sino problemático por coincidir con las negociaciones de las fuerzas políticas para conformar gobiernos locales y forales tras los comicios de hoy.
El futuro de la ponencia de Autogobierno y de la reforma estatutaria es ahora más incierto si cabe porque, una vez que Urrutia se descuelgue con su propio texto, si los otros cuatro miembros de la comisión -Mikel Legarda, Alberto López Basaguren, Arantxa Elizondo y Jaime Ignacio del Burgo- siguen adelante, podría darse una situación insólita y de difícil solución.
En realidad, los jeltzales creen que, más tarde o más temprano, la izquierda abertzale iba a romper la baraja, consciente de la necesidad del PNV, reiterada hasta la saciedad por el lehendakari Urkullu, de ensanchar el consenso para incluir en él también a los no nacionalistas, singularmente a sus socios del PSE. Ante eso, y con el telón de fondo de la dura pugna desatada esta campaña entre PNV y EH Bildu, empeñada en disputar de nuevo a los jeltzales la hegemonía del nacionalismo, la izquierda abertzale ha optado por jugar esa baza desde ya y acusar a los jeltzales de «retrasar» la reforma del Estatuto de Gernika. Desde ahora y hasta las autonómicas, sean antes o después del verano de 2020, la batalla está servida.
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