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Buena parte de la sociedad española situó este martes Huarte en el mapa. Tres meses y un día después de las elecciones municipales, el municipio navarro, muy próximo a Pamplona, cambió de alcalde desatando una considerable tormenta política y el enésimo encontronazo del PSOE con ... la derecha por su gestión en la comunidad foral. La dimisión de la única concejala socialista en el ayuntamiento huartés permitió que EH Bildu recuperara el bastón de mando que había perdido en mayo merced al pacto de las fuerzas constitucionalistas. Consumado el cambio, PP y Ciudadanos criticaron a Pedro Sánchez una «cesión» a la izquierda abertzale que, auguran, no será la última después de que los independentistas facilitaran la llegada al poder de María Chivite.
Aunque EH Bildu ganó las elecciones de mayo en Huarte al sumar 5 de los 13 concejales, la alcaldía recayó en manos de la socialista Amparo López. Recibió el apoyo de los 4 ediles del Grupo Independiente de Huarte (Gik) y los 2 de Navarra Suma. Un 'sorpasso' de corta duración, porque López anunció hace apenas unos días su dimisión para ocupar el cargo de directora general de Interior en el nuevo Gobierno foral de Chivite.
En principio se esperaba que el cambio en el PSN de Huarte fuera exclusivamente de 'caras'. Pero no. En las horas previas al pleno de investidura de este martes los socialistas anunciaron que no habría relevo. La persona que ocupaba el segundo puesto de la lista electoral había rechazado tomar posesión del acta. Luego se supo que, a la espera de que la formación encuentre recambio, el escaño va a permanecer vacío. El gesto provocó que solo 12 concejales participaran en la polémica sesión, en la que el independentista Alfredo Arruiz -alcalde la pasada legislatura- recuperó el poder. Sumó el apoyo de los cinco ediles de su grupo y el único representante de Geroa Bai. El candidato del Gik también consiguió seis votos, los de su formación y los de Navarra Suma. Ante el empate, fue elegido regidor el candidato de la lista más votada.
Las críticas al PSN, que reconoció la «complicada» situación que vive en Huarte, y a Pedro Sánchez no se hicieron esperar. La más explícita fue la portavoz de Ciudadanos en el Congreso. Inés Arrimadas calificó el gesto como la voladura del último puente con el líder socialista que quedaba en pie. «El apoyo de Bildu a María Chivite era a cambio de poder, de echar a la Guardia Civil de Navarra y de tener alcaldías. El PSOE tiene unos socios preferentes que son los nacionalistas y los filoetarras», sentenció. Antes, Albert Rivera recordó a través de Twitter que en la sesión de investidura del Gobierno de Navarra del pasado 1 de agosto EH Bildu ya sugirió al PSN que se echara a un lado en Huarte.
Dentro del PP, las muestras de «absoluta decepción» también fueron numerosas. La portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, y la líder popular en Navarra, Ana Beltrán, coincidieron en augurar que lo ocurrido en Huarte «no es más que el precio que la formación socialista tiene que pagar a la izquierda abertzale a cambio de garantizarse el apoyo al Gobierno navarro», y una línea roja que Sánchez no debía superar. «No se entrega poder político a un grupo que considera que el asesinato estuvo justificado». «Es un escándalo, una vergüenza y, además, un engaño al votante, añadió el presidente de los populares vascos, Alfonso Alonso.
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