Bildu gana la «madre de todas las batallas» que vaticinó Otegi

No era una cosa menor, porque ese apoyo sigue siendo difícil de digerir para un sector de la izquierda abertzale. EH Bildu se ha apuntado varios tantos –el último, «acabar» con la 'ley mordaza'– y ha conseguido reforzar su papel de referente de la izquierda –incluso a nivel de toda España–, pero todo eso no hubiera servido de nada si no se hubiese desatascado la situación de los presos de ETA.Y, para EH Bildu, la reforma de la ley sobre la acumulación de penas en Francia es un auténtico premio gordo.

Lo sucedido en el Congreso es el último ejemplo de una expresión que los dirigentes de la izquierda abertzale utilizan con asiduidad para explicar lo que para ellos significa que Sánchez esté en la Moncloa. «Una ventana de oportunidades» que no están desaprovechando.

Paso a paso, todas sus reclamaciones sobre política penitenciaria se están cumpliendo.Primero se puso fin a la dispersión de los presos de ETA y luego se transfirió la competencia de Prisiones a Euskadi, lo que deja en manos del Gobierno vasco la concesión de los terceros grados.Y casualidad o no, en lo que llevamos de año, la Fiscalía de la Audiencia Nacional –cuya actuación había sido duramente criticada por la izquierda abertzale– no ha recurrido ninguna de esas progresiones. Tanto desde el PSOE como desde EH Bildu se asegura que no hay nada pactado, que todo ocurre porque sí.

En el punto de mira de la izquierda abertzale y su entorno, en realidad, solo quedaban tres cuestiones para cerrar lo que se califica como una de las principales «consecuencias del conflicto».Y una de las más importante, sin duda, era la acumulación de penas en Francia, tanto por el número de presos a los que afecta como por el simbolismo de alguno de ellos. Entre los principales beneficiados, según los cálculos de la AVT, estaría Xabier García Gaztelu, 'Txapote', que podría quedar en libertad el año que viene.

La acumulación de penas

Las otras dos carpetas que quedan por resolver también tienen que ver con la situación judicial de los reclusos de ETA. Y de las dos, sobresale una: la derogación de una ley sobre el cumplimiento íntegro de las penas aprobada en la segunda legislatura de José María Aznar, la conocida como 7/2003. Básicamente, volver al Código Penal de 1995. Esa sería la pieza mayor porque dejaría en libertad a la mayoría de los presos, pero también es la más difícil de lograr. La otra es que desaparezca el juzgado central de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional y vuelva a las audiencias provinciales, como sucedía hasta 2003.

En aquella reunión de Eibar de 2021, un escéptico militante de EH Bildu le preguntaba a Otegi por los presos de larga duración, tanto los afectados por la acumulación de penas como los que habían cumplido condena en Francia. Y el principal referente de la izquierda abertzale aventuraba lo que podía pasar. Sostenía que la única opción era modificar la ley y «obligar» al Gobierno de Sánchez «a introducir un cambio legislativo que favorezca a los presos de ETA, con todo lo que eso quiere decir. Por eso necesitamos seis años. Pero eso no lo decimos en público. Esa es la madre de todas las batallas». Ahora EH Bildu ya puede decir que ha ganado parte del combate.