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A río revuelto, ganancia de pescadores. EH Bildu se toma al pie de la letra el viejo dicho popular e intenta meter cuña, sin disimulo, en la «alianza férrea» que mantienen el PNV y el PSE-EE en la inmensa mayoría de las instituciones vascas, ... justo cuando Sabin Etxea afronta un delicado proceso interno en el que debe ratificar -o virar- la estrategia de la actual dirección, incluida la política de alianzas. La izquierda abertzale, muy consciente de que el apoyo cerrado a Pedro Sánchez, condicionado a su vez por los acuerdos con los socialistas en Euskadi, desgasta al PNV interna y externamente, aprovecha para cuestionar esa entente e incluso vaticinar su disolución.
Lo hizo este lunes Arnaldo Otegi, que consideró que el modelo actual de coalición, «muy jerárquico porque se cierra en Vitoria y va hasta el último pueblo», ha funcionado «durante mucho tiempo» pero «no es algo que tenga mucho recorrido en términos estratégicos». A pesar de que jeltzales y socialistas acaban de ampliar su acuerdo a Eibar, uno de los municipios donde las discrepancias de gestión entre ambos lo habían hecho imposible hasta ahora, el líder de la coalición soberanista se mostró convencido de que el mapa de alianzas «va a cambiar» más pronto que tarde.
En una entrevista en Radio Euskadi, en la que aprovechó para desgranar la apuesta por el «gradualismo» de la ponencia política que Bildu debatirá en su tercer congreso, el próximo febrero, Otegi -que revalidará su liderazgo en ese cónclave- se mostró convencido de que el pacto global PNV-PSE tiene fecha de caducidad aunque no se produzca un «vuelco» total de un día para otro. «Eso se puede asegurar con absoluta certeza», enfatizó.
Para Otegi, coexisten dos factores que harían inviable a medio plazo la continuidad de la coalición que devolvió la política vasca a la transversalidad y la ha vertebrado en la última década. En primer lugar, que la suma de jeltzales y socialistas, que necesitan a un tercer socio en las Juntas Generales de Álava y Gipuzkoa, ya no garantiza la estabilidad. De ahí la oferta de pacto presupuestario global que ha lanzado Bildu, y que desdeña el PNV al no verla «sincera». Por otro lado, puso el foco en los «límites» que la alianza impone a jeltzales y socialistas a la hora de dar rienda suelta a sus «ambiciones nacionales», en el caso del PNV, o a sus propuestas «sociales», en el del PSE.
«Está intentando forzar un cambio de alianzas», observaban ayer fuentes jeltzales, que creen, no obstante, que el actual juego de mayorías y la mutua dependencia que jeltzales y socialistas tienen en Euskadi y Madrid «bloquean» el escenario que ansía Otegi, al margen de que el proceso interno en el PNV pueda desembocar en una estrategia más abierta a pactar a derecha e izquierda.
En paralelo, la izquierda abertzale sube la apuesta e intensifica su oferta de pactos, en Euskadi y en Madrid. Una vez más, Otegi presumió de ser el aliado más fiel de Sánchez, al dejar claro que «espera y desea» que se aprueben los próximos Presupuestos Generales del Estado y proponer un «programa de mínimos» que asegure la gobernabilidad. En el nuevo estatus, se mostró convencido de que es posible alcanzar un «gran acuerdo» que consolide el reconocimiento nacional de Euskadi que incluya a las fuerzas abertzales pero también al PSE «y a la izquierda confederal».
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