El beso de la mafia
Las instituciones, incluida la judicial, llevan tiempo eludiendo un problema: los homenajes a presos de ETA
Florencio Domínguez
Lunes, 26 de febrero 2018, 00:34
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Florencio Domínguez
Lunes, 26 de febrero 2018, 00:34
En los noventa, un arrepentido de la mafia declaró a los jueces italianos que había sido testigo, años atrás, de un encuentro entre el jefe mafioso, Totó Riina, y el político Giulio Andreotti y que el primero le había dado un beso en la mejilla ... al dirigente democristiano. La denuncia, como era lógico, provocó un escándalo en Italia y acabó con Andreotti sentado en el banquillo, aunque al final fuera absuelto.
En medio de la polémica abierta por el arrepentido se discutió si la reunión se había producido o no. Se discutieron los hechos, pero no el significado del beso. Nadie salió a decir que los sicilianos son de natural besucones y a la que te descuidas te han plantado un ósculo en mitad de la cara. Todos sabían que si el jefe de la mafia te besa en la mejilla te está reconociendo como uno de los suyos.
Con los homenajes a los presos de ETA nosotros estamos haciendo lo contrario que los italianos. No discutimos los hechos -es difícil hacerlo porque se producen a la luz del día- sino que nos enredamos con las interpretaciones y las retorcemos para negar la evidencia: que nos encontramos ante homenajes a terroristas por el mero hecho de ser miembros de ETA. Lo grave de las interpretaciones equivocadas no es que sean erróneas, sino que da la impresión de que se formulan de forma deliberada para no tener que tomar las decisiones que habría que adoptar si se reconociera que un homenaje a un terrorista es lo que parece.
Las instituciones, incluidas las judiciales, llevan tiempo eludiendo el asunto. Covite contabilizó el pasado año 77 actos de homenajes en el espacio público -la cifra se ha elevado a los 86 en los últimos meses-, la mitad de ellos correspondientes a actos de recibimiento de presos. Todos esos casos han pasado hasta ahora sin reacción institucional alguna, con la excepción de un acuerdo del Parlamento de Navarra y otro del Ayuntamiento de Zarautz condenando ese tipo de actos. El Parlamento vasco y el Ayuntamiento de Andoain se han sumado ahora a las críticas tras la polémica levantada por el recibimiento a dos presos en Andoain, polémica suscitada por las denuncias de la familia de Joseba Pagaza y de media docena de representantes del PP.
Las denuncias judiciales contra estos actos que de forma regular presentan asociaciones de víctimas como la AVT, Covite o Dignidad y Justicia, tampoco prosperan. Los jueces tienden a amparar los hechos en la libertad de expresión o en consideraciones como que se trata de actos organizados por amigos y familiares del recluso para expresar su alegría por la excarcelación. Admitamos que fuera una celebración de amigos, pero ¿qué pasa con los disidentes de ETA que nunca tienen recibimientos públicos? ¿Es que no tienen familiares o amigos o es que sus allegados no se alegran de que salgan de la cárcel? En otras resoluciones se alega que el homenaje es la expresión del deseo de libertad del recluso al que se apoya. Curioso argumento que fue utilizado para no prohibir el homenaje al etarra Kepa del Hoyo. Se quería, por lo visto, reclamar la libertad de un preso que acababa de fallecer de un infarto.
En otras resoluciones, por ejemplo, en la dictada en el caso del homenaje al etarra Antonio Gabiola en el ayuntamiento de Lekeitio, tiende a argumentarse que el acto de recibimiento «tan solo alude a la expresión del deseo y la demanda de que los presos condenados por tales actividades sean reagrupados, trasladándoles a centros penitenciarios próximos a sus domicilios de origen». La reclamación del acercamiento se hace todos los demás días del año, pero justo el día en que el preso queda en libertad, no parece que sea el momento más adecuado porque ya no tiene necesidad de traslado alguno.
No está de más recordar que la Ley vasca de víctimas del terrorismo establece la obligación de los poderes públicos de «prevenir y evitar la realización de actos efectuados en público que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas o de sus familiares, exaltación del terrorismo, homenaje o concesión pública de distinciones a los terroristas».
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