Como si se tratase de un fantasma, José Barrionuevo reapareció hace siete días para resucitar algunos de los peores episodios de la reciente historia de Euskadi. Su justificación de la 'guerra sucia' en la lucha contra ETA y la nula autocrítica sobre su propia actuación ... han levantado una tormenta política y reabierto las heridas en muchas víctimas. Su regreso a primera línea, además, supone un gesto de reafirmación personal cuando se están cumpliendo los 40 años de la llegada de Felipe González a La Moncloa. Hace solo dos semanas, Pedro Sánchez compartió escenario con quien fuera gran referente del socialismo. Se habló de la gran transformación que vivió España, de lo que supuso la figura de González. Ahora, Barrionuevo vuelve para recordar que él y otros también formaron parte de aquel tiempo. De su lado oscuro. Sin arrepentimiento y convencidos de que hicieron lo que tenían que hacer.
La vuelta de Barrionuevo se produjo en una entrevista en 'El País' en la que reconocía haber estado al tanto de varios secuestros cometidos por miembros de la fuerzas de seguridad bajo el amparo de las siglas de los GAL. No era tanto lo que decía -la mayor parte de las cuestiones ya eran conocidas-, sino el cómo y la falta de empatía con las víctimas. Todos los partidos vascos han despreciado sus declaraciones y han condenado de forma clara el «terrorismo» de aquellos Grupos Antiterroristas de Liberación que acabaron con la vida de 27 personas. No ha habido apenas fisuras: PNV, EH Bildu, PSE, Podemos, el PP, asociaciones como Covite, víctimas de ETA a título personal...
Nacido hace 80 años en la localidad almeriense de Berja, Barrionuevo llegó al Ministerio del Interior en diciembre de 1982 con el primer Gobierno de Felipe González procedente del Ayuntamiento de Madrid. Aguantó en la cartera hasta 1988 y allí se ganó la fama de hombre duro. Quienes le conocen y le trataron hablan de un hombre afable, de convicciones firmes y que se cree lo que dice. Que alguien debía hacer el trabajo sucio y que hay mucha «hipocresía», como aseguraba hace siete días.
Defensa
Siempre ha defendido que hizo lo que tenía que hacer para acabar con ETA y que hay mucha «hipocresía»
Los GAL se dieron a conocer en diciembre de 1983 cuando secuestraron al empresario Segundo Marey en Iparralde pensando que era un dirigente etarra. El hombre estuvo encerrado diez días en una choza de Cantabria hasta que fue liberado en territorio francés cerca del paso fronterizo de Dantxarinea. En su bolsillo se encontró una nota firmada por un colectivo hasta entonces desconocido, los GAL, en la que se advertía que cada asesinato de ETA tendría «la respuesta necesaria» y en la que amenazaba con atacar intereses franceses mientras París no fuese a por los etarras que estaban en suelo galo.
Tuvieron que pasar quince años hasta que el Tribunal Supremo dictaminó que aquella operación había sido «autorizada» y «financiada» por Barrionuevo, y el entonces secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, su principal hombre de confianza y con quien controló el Ministerio del Interior en aquellos años ochenta. Vera incluso sobrevivió políticamente y siguió desempeñando las mismas funciones con José Luis Corcuera. Luego se dedicó a escribir libros. A los dos les impusieron diez años de prisión. También fueron condenados Julián Sancristóbal, gobernador civil de Bizkaia; Ricardo García Damborenea, líder del PSE en el territorio; y ocho policías, entre ellos, José Amedo, que había sido el encargado de recoger en la frontera a los mercenarios encargados del secuestro y al propio Marey.
Sin perdón
El Supremo, en su sentencia, dictaminó que no se podía hablar de «organización terrorista» porque no había una estructura como tal. Nunca se desentrañó la famosa 'X' de los GAL, aunque a lo largo de los diversos sumarios que han investigado estos crímenes se fueron añadiendo otros condenados relevantes como Enrique Rodríguez Galindo.
Barrionuevo nunca ha admitido que ordenase el rapto de Marey. En la entrevista aseguraba que cuando se enteró mandó que le pusieran en libertad, pero más por evitar el «desorden» que hubiese producido su ejecución que por una cuestión ética. Pero sí confirmó, sin embargo, que ordenó el secuestro de otro dirigente etarra, que al igual que el de Marey también resultó fallido. Está vez acertaron con el objetivo, pero los cuatro policías que pasaron la frontera para capturarlo fueron incapaces de meterlo en el maletero y acabaron siendo detenidos por los gendarmes. Un recorrido chapucero que fue una constante en la sangrienta historia de los GAL.
El exministro enmarcaba todas aquellas acciones en un contexto de continuos atentados y escasa colaboración por parte de Francia. Sin ningún lamento, porque, según su visión, había que hacerlo. Justificaba los atentados de los GAL con frases como esta: «Yo no puedo actuar contra los que están disparando desde mi trinchera aunque hagan algún disparo equivocado». En una entrevista publicada el pasado martes en EL CORREO, Maider García Martín, la hija mayor de Juan Carlos García Goena, el último asesinado por los GAL en 1987, respondía: «Hombre, pues dentro de esos disparos equivocados estaba mi padre».
Unanimidad
La totalidad de los partidos vascos, desde Bildu al PP, repudian sin ambages las acciones de los GAL
A los GAL se les atribuyen también las muertes de Lasa y Zabala -secuestrados dos meses antes que Marey, aunque sin haber sido reivindicados-, la de Santiago Brouard, la del fotógrafo de 'Egin' Xabier Galdeano, la de varios dirigentes de ETA, las de otras personas a las que segó la vida «por error»... Véronique Caplanne, con motivo del Día de la Memoria, explicaba el jueves en un acto de la Delegación del Gobierno en el País Vasco cómo su padre, un electricista de 36 años, fue asesinado por los GAL pensando que era un dirigente etarra.
Pero Barrionuevo, como la mayoría de los que participaron en aquellos actos, nunca ha pensado que hicieran algo equivocado. De hecho, consideran que las acciones cometidas por los GAL fueron claves en la derrota de ETA. Nunca han pedido perdón. Quizá porque en cierta medida siempre han creído que parte de la opinión pública y de sus compañeros compartían la misma idea.
Entró en prisión abrazado a Felipe González y ante miles de militantes socialistas. En aquellas semanas de diciembre de 1998, la cárcel de Guadalajara se convirtió en un centro de peregrinación. Buena parte de los dirigentes socialistas pasaron por allí, se montaron grupos de apoyo y el PSOE clamó por su inocencia. De los diez años a los que fue sentenciado solo pasó tres meses en la cárcel. Obtuvo un indulto parcial del Gobierno de José María Aznar. «Rajoy, que era ministro del Interior, me llamó y me dijo: 'No puedo consentir que vuelvas a la cárcel'», narraba Barrionuevo hace siete días en su regreso a la primera línea de la actualidad.
Poco recorrido judicial
Casi un cuarto de siglo después, su reaparición ha obligado al PSE a responder con contundencia para evitar que su sombra manche al partido, que lleva condenando los GAL desde hace décadas. También lo ha hecho Fernando Grande Marlaska, aunque quien ha optado por el silencio ha sido Pedro Sánchez. Algunos han pedido que se reabra la vía judicial, pero la mayoría de los juristas creen que el recorrido es escaso. Es probable que el fantasma de Barrionuevo vuelva a desaparecer. Sin mayores problemas. Porque, como se señalaba en la última entrevista, en su localidad natal de Berja, Barrionuevo no tiene una calle, tiene una avenida.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.