La Audiencia Nacional ha revocado este año cuatro de los ocho terceros grados a etarras

En el área que dirige Nerea Melgosa, la situación se interpreta con calma. El juez Jaime Tapia es el principal asesor en materia penitenciaria y sostiene que «nosotros no hemos cambiado los criterios y seguimos lo que deciden las juntas de tratamiento, que valoran los informes de quienes conocen en profundidad a esos presos». Tapia no cree que los autos de la Fiscalía y la Audiencia Nacional estén poniendo en solfa su trabajo sino que existe un cierto «subjetivismo» a la hora de interpretar las normas. «Nosotros nunca criticamos las decisiones judiciales», recalca.

La principal razón que esgrime la Audiencia Nacional para revocar los terceros grados es que no hay una petición expresa de perdón o que la evolución del recluso resulta insuficiente, que su salida es prematura. En algunos casos se apunta a que no ven un compromiso con el abono de la responsabilidad civil o que no ha realizado previamente salidas al exterior, una especie de prueba controlada de cómo se comporta el reo en el exterior. En la inmensa mayoría de los casos, y en particular con los reclusos de ETA, las salidas van bien. «Vamos viendo lo que pide la Audiencia Nacional y damos esos pasos para poder hacer la petición nuevamente», admite Tapia. En ocasiones, el propio auto esboza una hoja de ruta de lo que falta para que le sea concedido el tercer grado.

Tapia insiste en que salir en tercer grado y que los jueces le devuelvan a uno al segundo grado tiene efectos negativos. Es un evidente paso atrás en la evolución del recluso. Además, una sentencia del Supremo el año pasado ha cambiado el protocolo. Antes, si la Fiscalía recurría un tercer grado, se esperaba a la decisión de los jueces para devolver a prisión al reo. Sólo cuando el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria estimaba de forma positiva la solicitud de revocación del Ministerio Público, el interno regresaba al régimen ordinario. Podían pasar meses. Pero la nueva doctrina del Supremo cambia el paradigma y establece que la simple presentación del recurso frena la progresión. Ahora el regreso es automático. Si la Fiscalía recurre, el reo vuelve a prisión de inmediato. Y en la gran mayoría de los casos de este año, la Fiscalía ha presentado el recurso.

Tampoco puede obviarse que los casos más claros para progresar fueron los primeros en tramitarse. Algunos llevaban muchos meses a la espera. Es decir, se empezó por los presos que habían completado ya una parte más extensa de la condena y que tenían cartas inequívocas de perdón. Poco a poco, ese perfil se ha ido agotando. A veces también hay sorpresas. Dicen en Justicia que ha habido casos en que son rechazados presos que cumplen, a priori, todos los requisitos y, en cambio, reciben luz verde otros con expedientes más dudosos. Es parte de ese subjetivismo.

Aunque los terceros grados más mediáticos tienen que ver con los presos de ETA, lo cierto es que toda la población reclusa que cumple los requisitos es susceptible de mejorar de grado. Desde que se produjo el traspaso de la competencia a Euskadi en octubre de 2021, ha habido 827 presos comunes que han accedido al tercer grado, 238 de ellos en el último año.