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María Cristina Álvarez Rodríguez, la asesora de Moncloa que se ocupaba de gestionar el día a día de la Cátedra Extraordinaria de Transformación Social Competitiva (TSC) que dirigía la mujer de Pedro Sánchez en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), se libró este viernes de ... la imputación de malversación y salió de su interrogatorio ante el juez Juan Carlos Peinado en la misma condición con la que entró: como testigo.
Álvarez, pese a los titubeos, pareció convencer al instructor con su versión de que solo ayuda a Gómez en sus labores profesionales y académicas en su tiempo libre y como «favor» por su «amistad» con la esposa del presidente. Y que jamás lo hizo como directora de Programas de la Secretaría de Presidencia del Gobierno, que es el puesto oficial que ocupa en Moncloa y desde cuyo mail corporativo hacía, sin embargo, gestiones para la cátedra de la imputada. Numerosos correos que figuran en la causa, alguno incluso aportado por Begoña Gómez para defenderse, confirman sin género de dudas que esta alto cargo de Moncloa era un pilar fundamental en el funcionamiento de esta cátedra.
«Esta parte (la de trabajar para la cátedra) es de favor, es un segundo en comparación con las 24 horas al día y 365 días» de funciones estrictamente «oficiales» e «institucionales», afirmó la testigo, quien confirmó que fue contratada para «gestionar la agenda» de la esposa de Pedro Sánchez a pesar de que su cargo figura dentro del organigrama de Presidencia con ese título de directora de Programas.
La asesora, que confesó que tiene un nivel 26 y que cobra 49.000 euros al año, aseguró que entró en Moncloa el 16 de julio de 2018, días después de que la moción de censura de Sánchez, y que lo hizo de la mano de su mujer, que fue quien la fichó para crear un «entorno de confianza, seguridad y discreción» alrededor de su persona. Según la compareciente, entró para este puesto de «confianza y asesoramiento» en la misma posición que han ocupado otras asesoras de las mujeres de los anteriores jefes del Ejecutivo. «Begoña me comento que era un puesto de confianza de la mujer del presidente, era lo que había ocurrido siempre con otros gobiernos», insistió.
Cristina Álvarez, que insistió en que su labor profesional era exclusivamente «confeccionar agenda, institucional, privada y profesional», hizo por poner tierra de por medio con la gestión del famoso software de la Complutense que la ha valido a Begoña Gómez la nueva imputación por apropiación indebida. Aunque en la causa figuran mails que la involucran en la gestión de esa herramienta, afirmó tajante no tener «ni idea» de cómo se gestionó el alta de la misma. «En esos correos, en algunos casos ponía 'Cristina' (en copia) y no habían hablado conmigo. Esos correos no me interesaban. Yo iba ahí en copia solo para poder hacer la agenda (de Gómez). Los desechaba y ya ésta», insistió la asesora.
El nombre de Álvarez saltó a los medios el pasado 14 de noviembre al conocerse el contenido de varios mails adjuntados a la causa contra Gómez por tráfico de influencias, corrupción y, desde hace unas semanas, también por apropiación indebida e intrusismo profesional.
En esos mails se evidenciaba que Begoña Gómez usó, al menos desde noviembre de 2021 y hasta febrero de este año a Álvarez para ocuparse de gestiones de la cátedra. Incluso, que Álvarez era la encargada de gestionar los patrocinios externos de las empresas colaboradoras con este programa docente o que fue la responsable directa de montar un gran evento relacionado con la cátedra con 500 asistentes en la Feria de Madrid (IFEMA) por encargo de la mujer de Sánchez.
La situación de Álvarez se volvió más delicada aún el pasado 25 de noviembre cuando el letrado de Begoña Gómez, el exministro socialista Antonio Camacho, aportó a la causa varios mails para intentar probar que su defendida siguió siempre las órdenes de la Complutense a la hora de registrar el polémico software. Pero esos correos los que realmente constataron que fue la alto cargo de Moncloa la que se encargó personalmente de esas gestiones técnicas de la cátedra de la mujer del expresidente, que este viernes, no obstante, negó.
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