Un mes después de las palabras de Otegi -«sentimos el dolor de las víctimas, nunca debió suceder»-, arrecian las críticas por su reacción a la muerte de Antton Troitiño, un etarra condenado por 22 asesinatos. «La convivencia también exige un horizonte en el que las ... cárceles y los presos desaparezcan definitivamente de la ecuación. Agur Antton, un abrazo grande a tu familia y amigos», dijo Otegi.
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No sólo eso. El secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez, declaró en el tanatorio que «debemos llorar a una nueva víctima del conflicto». La formación publicó una esquela y difundió un cartel donde responsabiliza de su muerte a «la política penitenciaria». Hubo más. Covite denunció ayer un mensaje del dirigente Eneko Compains: «Lo que querríamos decir, está prohibido. No podemos decir cuánto y por qué queremos tanto a Antton -Troitiño- y otros como él».
La AVT no tardó en replicar que «por si alguien lo dudaba, una muestra más de que son el brazo institucional de ETA». Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite, defendió que «Otegi exige impunidad para los etarras presos a la vez que da lecciones de convivencia», y el periodista Gorka Landaburu pidió «por lo menos que el abrazo se lo den en la intimidad».
Troitiño fue puesto en tercer grado a comienzos de año por un cáncer terminal. Irati Aranzabal, portavoz de la familia, denunció ayer que «la cárcel ha contribuido a alimentar su enfermedad» y dijo que «muere víctima del sistema penitenciario». Por ello, Sare y Etxerat reclamaron en San Sebastián la puesta en libertad «inmediata» de 20 presos etarras con «enfermedades graves».
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