Arranca la campaña andaluza, unas elecciones autonómicas capaces de marcar el futuro del país por las inercias que pueden generar de cara al carrusel electoral del próximo año, tanto las municipales, autonómicas (no en todas las comunidades) y forales del último domingo de mayo, como ... en unas potenciales generales que teóricamente se celebrarán a finales de 2023. Las de Andalucía son unas elecciones con aroma a generales, una cita en la que Juanma Moreno (PP) y Juan Espadas (PSOE) pelearán a cara de perro, pero en la que la sombra de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo será demasiado alargada.
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El primero tratará de evitar un batacazo que condicione el resto de su mandato, mientras que el segundo, recién llegado a Génova, quiere que Andalucía sea la meta volante que le lleva a La Moncloa. No hay que olvidar, por ejemplo, que esta comunidad reparte 61 de los 350 escaños del Congreso. Aquí las cinco claves a tener en cuenta para no perderse en el laberinto andaluz del 19 de junio.
En una coyuntura en la que los parlamentos se han convertido en una sopa de siglas, la aritmética es un elemento esencial para comprender la política española. Estos días escucharán hablar mucho de 55, la 'operación 55', el número mágico con el que sueña Juama Moreno para seguir otros cuatro años en el Palacio de San Telmo. 55 escaños es sinónimo de mayoría absoluta (el Parlamento tiene 109).
¿Lo logrará? Es factible, pero es casi imposible. El consenso de las encuestas le dan hasta 50 escaños frente a los 26 que tuvo hace cuatro años, cuando perdió contra el PSOE. Sin embargo, la alianza con Cs (que bajaría de 21 a un par de ellos) y el aval de Vox (que duplicaría ahora sus 11 escaños) permitieron que gobernase el PP y que, por primera vez en 36 años, el PSOE perdiera el Gobierno andaluz. Palabras mayores.
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¿Y el PSOE de Juan Espadas? Los sondeos dicen que repetiría a duras penas los 33 escaños que tiene en la actualidad, mientras que la izquierda a la izquierda de los socialistas se fragmentaría entre la decena de escaños que según el CIS tendría la coalición Por Andalucía (IU, Podemos...) y los dos de Adelante Andalucía, marca de Teresa Rodríguez. En total, tendría en torno a media docena de escaños menos que en 2018.
Desde su abrumadora victoria en las elecciones de mayo del año pasado en la Comunidad de Madrid, la expresión marcarse un Ayuso cobró un especial protagonismo en el diccionario del Partido Popular. Es algo tan simple como sumar más que las izquierdas para lograr ese anhelo que ahora se llama poder gobernar en solitario. Los gobiernos de coalición queman, abrasan, y si no que se lo pregunten al propio Pedro Sánchez. Juanma Moreno tiene en su mano emular a Isabel Díaz Ayuso. De hecho, que no lo hiciera sería la sorpresa. Su problema, a partir del 20 de junio, se llamará Vox.
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La estrategia basada en sumar más que la izquierda se ha ido complicando en los últimos meses después de que Vox, tras las elecciones de Castilla y León, eligiera sí o sí, formar un gobierno de coalición con el PP. Los populares no querían pero... Es verdad que Alfonso Fernández Mañueco no sumó más que las izquierdas, pero también es cierto que los de Santiago Abascal ya han advertido de que ya no regalarán ninguno de sus escaños. Si votan 'sí' es para gobernar.
Que nadie lo descarte. Dependerá de Vox... Y de Moreno. ¿Estaría dispuesto Juanma Moreno a conformar un gobierno con la extrema derecha con tal de evitar una nueva llamada a las urnas? Él ya ha dicho en público que este escenario, el de cohabitar con Vox, ni lo contempla. Y en privado es aún más categórico. ¿Vox se atreverá a forzar otras elecciones por negarle una abstención al partido ganador? Su problema es que si se da este escenario, se enfrenta a una fuerte penalización en las urnas. Y si no que se lo pregunten a Albert Rivera, que en lugar de pactar con Pedro Sánchez un gobierno de coalición, prefirió volver a las urnas para intentar 'sorpasar' al PP y cayó de 57 a 10 escaños.
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Tras la borrachera electoral del 19-J vendrá la resaca del día 20 y con ella la gran pregunta: ¿Cómo se gobernará Andalucía? Si Vox, por ejemplo, permite gobernar a Moreno Bonilla sin entrar en el Gobierno, la factura que le pondrá sobre la mesa será elevadísima. Porque una cosa es ser investido presidente y otra muy diferente poder gobernar.
Aquí surge otra incógnita. ¿Qué rol asumirá el PSOE? Juan Espadas insiste en pedir el cordón sanitario a Vox, pero no dice nada de cómo sería la disputa electoral si existe este cordón. Es decir, el PP jamás aceptará que los socialistas puedan pactar con todos y ellos con nadie, sabedores de que la izquierda también hace su propio cordón al PP. ¿Entonces? La solución que vuelve a surgir es la del pacto de no agresión entre los dos grandes partidos para permitir la gobernabilidad a cambio de unir fuerzas e intentar sacar el país adelante. Pero claro, hablar de este tipo de cosas tan normales en otros países de la UE es algo impensable en esta España de la dictadura de Twitter.
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