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Inés Gallastegui
Miércoles, 13 de noviembre 2019, 00:41
Las detonaciones, silbidos y zambombazos no son los únicos sonidos de un campo de batalla. A veces a los atronadores 'pum', 'bang' y 'ra-ta-ta' se suma un inesperado 'flis flis'. Ocurrió ayer en el paso fronterizo de La Junquera, cuando los agentes ... antidisturbios franceses acabaron en pocos minutos con 24 horas de bloqueo en la AP-7 esparciendo gas pimienta sobre los manifestantes convocados por Tsunami Democratic. Cegados por el espray irritante, los independentistas apenas ofrecieron resistencia al empuje de los policías galos y retrocedieron al lado español, donde les esperaban los Mossos y la Guardia Civil.
El gas pimienta no es, en realidad, un gas, sino un aerosol con una solución de 'Oleoresin capsicum' (OC) que contiene capsaicina, el componente activo de los pimientos picantes. Más allá de sus propiedades culinarias, el uso bélico de esta planta de origen americana es antiguo. Los cronistas de la conquista del Nuevo Mundo se maravillaban al ver a los indios taínos de la isla La Española dejar fuera de juego a los invasores esparciendo en el aire el humo o la ceniza resultantes de quemar las hojas o los frutos de una especie vegetal desconocida entonces en Europa, el Capsicum. También los guerreros chinos del medievo utilizaban nubes de pimienta molida de la variedad asiática Piper para incapacitar temporalmente a sus enemigos. O para torturarlos. Y entre las mujeres indias y japonesas existía la vieja costumbre de llevar un puñado de pimienta en un pañuelo para usarlo contra eventuales agresores.
Parece que en ellas se inspiró Kamran Loghman, el hombre que en los años ochenta ayudó al FBI a desarrollar el gas pimienta de uso policial que después se extendió por todo Estados Unidos y el resto del mundo. Al igual que otros gases lacrimógenos, el uso de esta sustancia en tiempos de guerra está prohibido por la Convención sobre Armas Químicas desde 1997. Sin embargo, en la mayoría de los países del mundo está autorizada su utilización por parte de las fuerzas de seguridad en situaciones en las que sea necesario defenderse de un atacante sin matarlo, dispersar una concentración o terminar con un disturbio violento.
En España lo emplean los antidisturbios de la Policía, incluidos los Mossos d'Esquadra, que en cambio tienen prohibido disparar pelotas de goma por decisión del Parlamento catalán. Existen diferentes tipos de dispositivos que vaporizan esta sustancia en forma de chorro, cono, neblina, espuma o gel, de forma que alcancen su objetivo sin afectar a quien acciona el espray, por lo que no es necesario usar máscara. Eso lo diferencia del gas lacrimógeno sintético que se estrenó en la Primera Guerra Mundial, elaborado con bromuro de bencilo o gas CS, que se difunde mediante el disparo de proyectiles.
Los efectos del gas pimienta son inmediatos: produce una fuerte irritación, sensación de quemazón y picor en los ojos, la nariz, la boca, la garganta y la piel, y al ser inhalado provoca tos y causa una sensación de bloqueo de las vías respiratorias, por lo que la persona afectada puede entrar en pánico.
Por lo general, estos efectos desaparecen al cabo de entre 30 y 60 minutos, aunque el malestar puede prolongarse durante varias horas. La Unión Americana de Derechos Civiles contabilizó 27 muertes relacionadas con el uso policial de aerosol OC entre 1993 y 1995. Un estudio realizado por la Universidad de California concluyó que de las 5.131 personas afectadas por este arma antidisturbios en Estados Unidos, dos murieron y setenta sufrieron secuelas permanentes. El riesgo aumenta si se padecen dolencias cardiacas o respiratorias previas, se han consumido drogas o el individuo es sujetado por resistirse a la detención.
Más restringido es su empleo como método de defensa personal. En algunos países está clasificada como arma de fuego y para llevarla hace falta una licencia especial. Por ejemplo, en Canadá solo se puede utilizar contra el ataque de un perro o un oso.
En España el también llamado espray antivioladores es legal siempre que el portador sea mayor de edad y el producto esté homologado por la Comisión de Armas y Explosivos y autorizado por Sanidad y Consumo. En cuanto a su uso, está restringido a un riesgo inminente de agresión física o sexual. Algunos productos llevan un tinte duradero para identificar al agresor. Su venta solo está p ermitida en armerías o establecimientos autorizados, pero es facilísimo encontrarlos en tiendas online. Cuesta unos 10 euros el envase.
Ayer las televisiones grabaron a los saboteadores catalanes que, cubriéndose los ojos y tosiendo violentamente, buscaron ayuda en los Sanitarios por la Republica, que se limitaron a refrescarles la cara con un vaporizador de agua. Un gesto inútil: el residuo aceitoso de la capsaicina es muy persistente y solo puede eliminarse mediante un minucioso lavado, preferentemente con agua jabonosa o leche. Llorar también ayuda.
De América al mundo
El género Capsicum, que se extendió de América al resto del mundo a partir del siglo XV, agrupa a los pimientos del piquillo, Padrón, morrones, choriceros, guindillas, chiles o ajíes. La auténtica pimienta se elabora triturando los granos de las plantas del género Piper.
Medir el picante
La capsaicina de los pimientos picantes se utiliza como especia en cocina por el ardor que produce en la boca; como medicamento analgésico; y como arma de defensa privada o de control de disturbios. Es la sustancia más picante en la escala de Scoville.
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