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Hay texto de ley de amnistía para remitir al Congreso con garantías de aprobación. Dicen que la Comisión de Venecia, cuyo dictamen cada quien leyó a su manera, ha dado la clave para salir del embrollo al usar el listón europeo y no el español. ... El reciente debate sobre qué es y no terrorismo ha contribuido como pocos a devaluar la semántica de algo tan serio. Espero no tener que lamentarlo si semejante degradación del término se traslada a otro tipo de reos.
El texto consensuado por la mitad más unos pocos se exhibe como éxito del Gobierno y de sus coyunturales aliados. Se supone jurídicamente irreprochable, constitucional, como dicen los socialistas. Será así, pero de su juridicidad tendrán que dar cuenta y protegernos los de siempre: un Estado de Derecho con sus poderes divididos actuando como contrapoder unos de otros, y unas normas y organismos europeos exigentes con la condición irreprochable de sus Estados miembros. Como se ve, una confianza no depositada en la política de los agentes elegidos, sino en la acción vigilante de entes ajenos a la decisión ciudadana.
Hay texto, pero eso no soluciona las cosas sin más. La amnistía se aceptará bien en Cataluña, con una ciudadanía harta del bloqueo político diario provocado por el 'procés' y sus derivados judiciales. Lo hará en alguna región nacionalista, pero no en el resto, donde su consecuencia no es sino el tensionamiento, la polarización, la partidización y el desencuentro infinito. Igual se pacifica un trozo de país, pero se mantiene el incendio en lo que queda, la mayoría, y no solo a instancia de la contumaz oposición. Los resultados electorales nos lo van a ir recordando cada poco porque el asunto no es si lo que irá al Congreso es legal o no, sino si es lo adecuado políticamente, y ahí hay muchas reservas por muy diferentes motivos.
Uno de ellos y principal es el pulso que mantienen los afectados nacionalistas, exhibiendo un entusiasmo que rechina. «Represión ilegítima», «volveremos con la cabeza alta» o el común «lo volveremos a hacer», unilateralmente o mediante una fórmula «pactada, dialogada, legal y segura» inimaginable. Así han recibido victoriosos el acuerdo. No es precisamente la manera de hacer amistosa la ley en el conjunto del país, pero en absoluto les importa.
Tampoco le importa tanto al Gobierno su evidente desgaste. Piensan que la amnistía les dará tiempo para seguir en la prórroga del presupuesto y negociar uno próximo enseguida, y así asegurarse una legislatura de supervivientes. Entre medio tratarán de sacar leyes sociales benéficas que nos hagan olvidar estos trágalas, pero tampoco lo tienen seguro por la heterogeneidad ideológica de sus socios. Posiblemente le toque al Ejecutivo arrastrarse de aquí a su final con esta poca gasolina y con un futuro más que incierto para todos. Mientras, una dirigente secesionista declaraba que «hemos puesto la última gárgola a esta catedral gótica que estamos edificando desde hace cuatro años». Unos tanto y otros tan poco.
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