Urgente Grandes retenciones en la A-8, el Txorierri y la Avanzada por la avería de un camión

Si hubiera que haber buscado un motivo para romper de mutuo acuerdo el primer gobierno de coalición de la historia reciente del país, la ley del sí es sí habría sido el perfecto. La mayor diferencia entre los socios y sus respectivas bases de apoyo ... es cultural. Los socialistas se mueven en el tiempo moderno tradicional, donde las cosas son lo que parecen. Por eso fían su acción a lo concreto, a lo material, a lo que estos días llaman la ley. Los de Podemos creen que la realidad se perfila a voluntad, que si insistes en un reclamo este genera adhesión y necesidad social, y se acaba convirtiendo en un hecho. El relato genera realidad porque la realidad no es tanto un hecho material como una percepción, sobre la que influye sobremanera cómo se cuenten e interpreten las cosas. La política es el reino de las palabras, de los anhelos y de las imágenes, donde casi todo se puede sostener. El problema es que cuando la realidad fija tanto material en una consecuencia letal, como es el caso de esta ley, el debate entre lo ocurrido y el relato de lo ocurrido se convierte, no ya en accesorio, sino en irritante.

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Como pasa en el fútbol con los entrenadores revalidados en su confianza por el presidente del club momentos antes de ser cesados, los socios han reiterado que la coalición no se rompe. No es necesario: estamos en los minutos basura de la legislatura y ya estaba programada una elevación de la tensión que identificara en los próximos meses electorales a cada uno conforme a lo que es, para distinguirse del socio. Podemos acentuará su expresión antagonista y los socialistas la más pragmática, para evitar su fuga de votos hacia la derecha. Sus respectivas clientelas, así, quedarán de nuevo satisfechas con algún pescozón dialéctico contra el socio de estos últimos años.

Por encima de ambos, en el punto de coincidencia del interés y de los logros, quedará la parte material de este gobierno, la respuesta realmente social que ha tenido la crisis pandémica. Ahí los socialistas necesitan a la vicepresidenta Yolanda Díaz, curiosamente desaparecida en esta refriega. El espacio a la izquierda del PSOE está en recomposición, y su resultado final es aún imprevisible. Los socialistas coinciden con la cultura política de la vicepresidenta, más atenta también a lo que ocurre de verdad que al relato, y más preocupada por lo material que por lo postmaterial e identitario. Pero no está claro el soporte que tiene detrás esta mujer, mientras que las de Podemos, mal que bien, mantienen aún cierta estructura. Las próximas elecciones son extensivas, con diez mil municipios y una docena larga de autonomías: si no tienes desplegados tus apoyos por el territorio no eres nadie.

Los socialistas necesitan a su izquierda algo o alguien que atraiga votos suficientes para sumar con ellos. De momento van a tener que conformarse con su incómodo socio a falta de otra cosa. A Yolanda, educada en el sindicalismo, le va también lo material, pero todavía ella misma es relato. Habría cuadrado el motivo para la ruptura, pero no lo hacen ni el tiempo ni la compaña.

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