Bildu es una formación que superó el control de legalidad en una sentencia histórica del Tribunal Constitucional en 2011. Desde entonces concurre a las elecciones, obtiene la representación que obtiene, ejerce la política en las mismas condiciones que los demás, con igual legitimidad jurídica y ... sin que exista norma que limite el derecho de sus electos a ejercer plenamente la política desde el diálogo y los pactos con otras formaciones y gobiernos. Sin embargo, es cierto que debido a su falta de posicionamiento crítico respecto a la violencia de ETA, su legitimación política no es plena, al mismo nivel que la legal. Es obvio que en el ámbito de la política no existe ningún acuerdo suscrito por los partidos sobre cómo actuar con Bildu. El PP, al parecer, tiene para sí esa norma prohibitiva, pero, sin embargo, exige que se aplique como si fuera de todos.

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Se plantea la prohibición del pacto con Bildu como una cuestión de orden moral y, en consecuencia, la vulneración de dicha norma como un ataque a los principios morales. De «indignidad moral» calificaba Casado y criticaba a Sánchez por pactar con Bildu asuntos presupuestarios. Se formula la prohibición como un imperativo absoluto, a modo del 'no matarás' que no admite modulación: «no pactarás con Bildu, sean cuales sean las materias objeto de pacto», como si el sujeto prohibido fuese ETA y la violencia terrorista fuera un hecho presente. La norma general que debe guiar las relaciones entre partidos que cumplen el requisito de la legalidad, es el del mutuo reconocimiento de la legitimidad política de su representación.

¿Debería estar prohibido pactar con Vox porque no condena el franquismo? Entiendo que no. ¿Sería lícito pactar con Vox una moción de repulsa del ataque sufrido una tienda propiedad de la familia de Abascal? Totalmente. ¿Sería admisible desde un punto de vista ético y democrático un acuerdo con Vox donde se reconociera que el golpe militar del 36 y la dictadura franquista tenían su punto de justificación en razón a los abusos que se produjeron en la República? Rotundamente, no.

Creo que este tema de la prohibición de pacto resulta más eficaz y constructivo abordarlo desde una perspectiva abierta y no cerrada; flexible y no absoluta, prestando más atención al contenido material de la regla de prohibición. Pero fuera de esa norma de prohibición particular, la regla general debe ser normalidad, en las relaciones políticas.

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Ahora que vivimos una situación de extrema gravedad por la pandemia, ahora que la sociedad demanda a todos sin distinción, por imperativo de la ética de la responsabilidad, que realicen un esfuerzo de entendimiento y de pacto, imagínense por un momento que se pretendiera aplicar en Euskadi la norma prohibitiva del PP y se le dijera a Bildu que no se va a negociar con ellos los presupuestos «porque está prohibido pactar con ellos», y además porque no son necesarios. Imagínense.

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