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Alberto Surio
Martes, 10 de septiembre 2024, 07:23
Andoitz Korta, hijo de Joxe Mari Korta, asesinado por ETA el 8 de agosto de 2000 en Zumaia, será nombrado este martes como nuevo viceconsejero de Promoción Industrial del Gobierno Vasco, dependiente del Departamento de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad que dirige el jeltzale Mikel ... Jauregi. La decisión se toma este martes en el Consejo del Gobierno Vasco que preside el lehendakari Imanol Pradales como reconocimiento a su cualificación profesional y a su experiencia empresarial, según han destacado a DV fuentes del Ejecutivo vasco, que enmarcan el fichaje como símbolo de un relanzamiento del Departamento. La Consejería encuadra el nombramiento en la captación de «profesionales altamente cualificados, con trayectoria profesional, conocimiento técnico y experiencia contrastada en sus respectivos campos. Un equipo de profesionales con capacidad de escuchar, entender y co-crear soluciones».
Korta, que es secretario de la fundación que lleva el nombre de su padre, cuenta con una dilatada experiencia profesional en el ámbito del emprendimiento empresarial. En la actualidad es propietario de la empresa Bikin'go –que se dedica a la fabricación de bicicletas de acero– y ha pertenecido al Consejo de Elkargi, además de haber sido presidente de Korta Inversiones. SL. También está ligado a numerosas actividades del ámbito empresarial y sostenibilidad ambiental.
Quienes le conocen bien ponen de relieve que ha mantenido siempre el 'sello Korta' y que es conocedor de las estrategias de internacionalización de las pequeñas y medianas empresas, así como del debate del dimensionamiento de las mismas a la hora de fijar nuevas alianzas empresariales que resulten eficaces en un entorno cada vez más competitivo, sobre todo para las pymes.
Al igual que lo fue su padre, es un amante entusiasta del monte y aficionado a la bicicleta y a otros deportes. Responde al perfil más clásico de un empresariado guipuzcoano más contenido en su dimensión externa y en la comunicación pública, pero con una acendrada cultura de riesgo empresarial y vanguardia, que se convierten en factores a tener en cuenta en un contexto de profundos cambios acelerados en el modelo productivo y en la esfera industrial del país.
La decisión responde también a la voluntad del Departamento de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad con el reto de «sentar las bases de la industria vasca del futuro, con el foco puesto en la competitividad y en las oportunidades que generan las grandes transiciones». «Debemos ser capaces de atraer talento, ser un lugar atractivo para el desarrollo de la inversión y el desarrollo de nuevos proyectos», argumentan los responsables del Gobierno Vasco.
Pero Andoitz encierra también otra faceta simbólica y política, que tiene que ver con su condición de ser hijo de una de las víctimas del terrorismo, que ha decidido mantener su compromiso con el país como empresario a pesar del duro golpe que supuso para su familia el asesinato y que decidió activar una Fundación para preservar el legado de su padre, conservar y potenciar su memoria y transmitir un mensaje a las nuevas generaciones en defensa de los valores sociales y humanistas, de la cultura del trabajo y del esfuerzo, y del respeto a los derechos humanos y al principio de la dignidad humana.
Durante su etapa como responsable de la Fundación Joxemari Korta, Andoitz, que era su hijo mayor, siempre ha puesto de relieve la necesidad de activar políticas de memoria para evitar la amnesia social a la hora de abordar una convivencia democrática integradora e inclusiva que no diluya el papel que en su momento tuvieron los empresarios y su contribución al progreso económico de la sociedad vasca, incluso con dosis de enorme sacrificio y esfuerzo humanos no siempre reconocidas. «Este país tiene que conocer los testimonios de las víctimas porque son parte de nuestra propia historia, si negamos el pasado corremos el riesgo de que vuelva a suceder», ha llegado a señalar en alguna ocasión. También se ha referido en tono autocrítico al problema de indiferencia social que durante muchos años favoreció la larga duración del fenómeno terrorista.
, Andoitz era hace 24 años un joven veinteañero que estaba en la fábrica aquel fatídico 8 de agosto de 2000. Su padre, el presidente de Adegi, fue asesinado en el acto al ser víctima de la explosión de una potente bomba cuando a mediodía cogía su vehículo del aparcamiento del pabellón de Zumaia. Andoitz, junto con sus otros dos hermanos, escuchó en las oficinas de la empresa el gran estruendo por la explosión al estallar los 15 kilos del artefacto colocado por los terroristas en un vehículo contiguo al suyo.
El atentado contra el máximo representante de la cúpula empresarial guipuzcoana provocó un enorme impacto social y político, y aceleró las contradicciones internas en el mundo de la izquierda abertzale, ya convulsionado por el creciente rechazo social de ETA. Durante años, Andoitz Korta ha llevado junto a su familia la gestión de la empresa y ha sido portador del duelo por la ausencia forzada de su padre, presidente de los empresarios guipuzcoanos en el momento en el que resultó asesinado. Andoitz ha formado parte de iniciativas dirigidas a promover la memoria puestas en marcha desde el Gobierno Vasco y ha trabajado en propuestas educativas del instituto Gogora cuando estaba dirigido por Aintzane Ezenarro, para que las nuevas generaciones conozcan en primera persona la dolorosa página del terrorismo. Su papel ha sido más activo en ese plano interno de interlocución entre las víctimas y la sociedad que en la vertiente externa, donde siempre ha optado por una posición más discreta.
La familia Korta está históricamente ligada al compromiso con el país. Lo estuvo Joxe Mari, asesinado por ETA en el año 2000, que siempre defendió una vía dialogada para terminar con el terrorismo y, a la vez, se opuso con vehemencia al 'chantaje' del 'impuesto revolucionario'. El 'espíritu Korta' ha condensado después ese sentimiento de espíritu de servicio hecho desde la humildad y sin aspavientos. Un estilo muy 'guipuzcoano'. Primero, en la defensa de los valores humanistas y sociales. Después, con proyectos concretos. Lo hizo a través de la Fundación Korta. No es el primero que siente la llamada de lo público. Lo tuvo hace unos años, en el año 2015, un sobrino de Joxe Mari, Oier, fue elegido alcalde de Zumaia al frente del consistorio costero, y que accedió a la alcaldía al frente de la lista más votada, el PNV, tras las municipales de 2015.
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