Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El Gobierno vasco insiste cada día en que no habrá elecciones autonómicas en 2019. Recalcan que la intención del lehendakari Urkullu es aprobar el proyecto de Presupuestos tras el pleno de política general y negociarlo «hasta el final», es decir, como mínimo hasta el debate ... en pleno de las enmiendas de totalidad, que suele producirse en diciembre. Incluso ante una eventual devolución del proyecto en esas fechas, que llevase al lehendakari a disolver la Cámara y convocar elecciones, los comicios no podrían convocarse, como pronto, hasta febrero. La oposición especula en cambio con octubre o noviembre, en apenas cinco meses, tras el aluvión de papeletas que PNV y PSE han recibido en las urnas el 28-A y el 26-M y que, en principio, les garantizaría la mayoría absoluta en una hipotética reedición de su Ejecutivo de coalición. Hay quien, en la órbita de los socios de gobierno, admite que la convocatoria podría precipitarse si el lehendakari no ve garantías suficientes de poder contar con un socio presupuestario fiable. Si lo encuentra, la legislatura, que en principio concluye en otoño de 2020, duraría, como mínimo, hasta la próxima primavera.
Y ese potencial aliado, hoy por hoy, solo tiene un nombre: el PP vasco de Alfonso Alonso. Los jeltzales han interiorizado que, aunque en apariencia tienda la mano, EH Bildu ejercerá una oposición frontal y sin concesiones en su afán por comer terreno a Urkullu y que Elkarrekin Podemos, desnortada y arrastrada por el declive de la sigla en España, no tiene demasiado margen para escenificar un acercamiento al Gobierno que podría darle la puntilla. Todo el juego está en el casillero del PP, necesitado además de tomar oxígeno tras los preocupantes resultados electorales, que le sitúan en caída libre y con gran parte de su electorado en fuga hacia el PNV. Y hay abundantes indicios que apuntan a un posible deshielo de las relaciones que desemboque en el apoyo de los populares a los Presupuestos vascos para reivindicarse otra vez como un partido garante de la estabilidad, de las políticas de incentivo a la empresa o a las familias y, sobre todo, como freno de posibles aventuras radicales, un papel, el de 'moderador' de los jeltzales, que hoy por hoy se ha arrogado el PSE.
Y ahí es donde el nuevo estatus, o más bien su naufragio, puede tener una importancia crucial. Jeltzales y socialistas admiten en privado que la inopinada decisión de EH Bildu, anunciada en la recta final de la campaña, de romper la baraja en la ponencia de Autogobierno y elaborar su propio texto articulado sin buscar el consenso con el resto de los grupos, no solo «dinamita» de facto el debate sobre el nuevo estatus sino que les pone «en bandeja» la posibilidad de reformular las bases netamente soberanistas acordadas en su día por PNV y EH Bildu, ya no ahora, sino en la próxima legislatura. Siempre en la dirección de «ampliar» los consensos y, sobre todo, hacerlos transversales. «El nuevo estatus estaba muerto y Bildu ha acelerado su defunción», comenta un alto cargo, que cree que si la izquierda abertzale rompe la dinámica expresamente acordada en la comisión técnica es difícil que se pueda avanzar más, menos aún en un clima preelectoral en el que nadie querrá echarse al monte ni asustar a sus potenciales votantes.
Fue el propio Iñigo Urrutia, el profesor universitario designado por EH Bildu para integrar el grupo de redactores del nuevo Estatuto, quien anunció personalmente a sus cuatro compañeros su intención de redactar por su cuenta un texto articulado que depositará en la ponencia a mediados de este mes y que, en esencia, recogerá el acuerdo alcanzado en su día con el PNV con aportaciones de Podemos en materia de derechos sociales. Esta misma semana, ya tras las elecciones, Arnaldo Otegi ha insistido en que pondrán ese texto sobre la mesa en el plazo previsto, aunque Maddalen Iriarte volvió a tentar a Urkullu el viernes para avanzar juntos hacia posiciones soberanistas. Ni el lehendakari ni su partido, que sigue creciendo gracias a nuevas bolsas de voto moderado, tienen intención de recoger el guante.
Es de esperar que las reuniones del grupo técnico no se suspendan sino que los otros cuatro expertos sigan trabajando para alumbrar un texto del que ya han consensuado dos capítulos, el social y el referente a Europa. Lo más peliagudo -territorialidad, derecho a decidir, ciudadanía y nacionalidad- está aún sin redactar pero los desacuerdos podrían consignarse en forma de votos particulares. A partir de ahí, la Cámara se encontraría con dos documentos, uno por cuenta y riesgo de la izquierda abertzale y otro cogido con alfileres. Suficiente para meter de nuevo el proyecto en el cajón y para que el PP, que ya precisó que le bastaba con un frenazo en este terreno, pueda consumar su acercamiento a Urkullu. Eso sí, los populares, como Santo Tomás, quieren hechos. «No echemos las campanas al vuelo», advierten.
Reclaman del PNV un gesto expreso y público que deje claro que no piensan caminar de la mano solo de la izquierda abertzale en la reforma del Estatuto. Podría bastar, por ejemplo, con un rechazo explícito al texto que presente Urrutia. A partir de ahí, el PP, que ya ha anunciado su voto a favor para que el Gobierno pueda sacar adelante la Ley de Policía, podría dar su apoyo para 'maquillar' algo la pobre producción legislativa del Gobierno. Que a su vez, si nada se tuerce en Madrid, podrá seguir negociando nuevas transferencias con Pedro Sánchez según el calendario previsto. Un relato sobre el que Urkullu sí podría sostener la continuidad de la legislatura y evitar unas elecciones anticipadas con las que correría el riesgo de agotar a los votantes tras dos comicios casi seguidos.
26 de octubre de 2018. Ésa fue la fecha de la primera reunión oficial de la comisión redactora.
8 meses «orientativos» de plazo para redactar el texto articulado, fue el mandato de la Cámara
Antes de que EH Bildu decidiera romper la baraja, el grupo de expertos encargado de redactar el texto articulado contemplaba pedir una prórroga al Parlamento de unos meses -hasta octubre o noviembre- para concluir los trabajos. Es más, el anuncio de Urrutia cogió por sorpresa a sus compañeros -Mikel Legarda, Alberto López Basaguren, Arantxa Elizondo y Jaime Ignacio del Burgo- que habían avanzado en las últimas semanas y tenían dos capítulos muy adelantados. La intención de EH Bildu es presentar su texto este mes de junio, cuando se acaba estrictamente el plazo, aunque el mandato de la Cámara precisaba que era «orientativo».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.