Las campañas electorales son como la casa de Gran Hermano. Una caja de resonancia donde todo se magnifica. El más mínimo resbalón anímico, la más leve metedura de pata, una torpe confesión a destiempo pueden ser suficiente para salir nominado, acabando con las ilusiones del ... concursante (o del candidato) de ganar el 'reality' (o la mayoría absoluta que le asegure seguir en el cargo).
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Alberto Núñez Feijóo ya debería saberlo. Alguien que ha conseguido ganar –aunque no gobernar– las últimas elecciones generales y revalidar la mayoría absoluta cuatro legislaturas, ejerciendo un poder omnímodo en Galicia, no es precisamente un recién llegado a la política ni un desconocedor de lo que se malicia en los bajos fondos en los que bucean sus fontaneros. Por eso sorprende en él semejante desliz. Resulta difícil de creer que el máximo líder del PP haya resbalado con esa cáscara de plátano, al sincerarse nada menos que ante una veintena de periodistas a los que 'inocentemente' habría invitado a comer y habría dicho 'off the record' (suponiendo que tal cosa tenga algún sentido en este oficio) que estaría dispuesto a indultar a Puigdemont si volviera a España para ser juzgado (y se entiende que condenado), admitiendo que él tampoco aprecia ningún delito de terrorismo en la actuación de los líderes del 'procés', en línea con lo que viene diciendo Pedro Sánchez. Una auténtica bomba política detonada a una semana de votar en Galicia.
Hoy solo quedan cuatro días para hacerlo y el balance de daños está a punto de ser inventariado. Feijóo no sólo se habría disparado un tiro en el pie con tan sorprendentes e inoportunas declaraciones, dando munición al PSOE justo cuando Sánchez parecía tenerlo más difícil para 'maravillarse' (que diría Lola Flores) una solución al embrollo en el que se ha metido intentando sacar adelante la ley de amnistía. Sino que, con ello, habría puesto en riesgo la reelección de Alfonso Rueda como presidente de la Xunta –dando alas al BNG, que es quien acabará capitalizando el voto útil, al ser el único que está hablando de lo que realmente importa a los gallegos, que no es Catalunya, sino Galicia–, comprometiendo su propia continuidad al frente de Génova 13, donde ya se afilan los cuchillos para la batalla sucesoria, a la espera de que una victoria del Bloque deje el liderazgo nacional de Feijóo en la unidad de cuidados intensivos.
¿Por qué lo ha hecho? Es difícil saberlo. Pero cada vez cobra más fuerza la tesis de que podría tratarse de una voladura controlada para contar la historia antes de que lo haga el propio Puigdemont, quien el mismo día en el que la Eurocámara pidió a España que investigue los nexos entre Rusia y el independentismo catalán, advertía a los eurodiputados: «Si mi partido hubiera permitido la investidura de Alberto Núñez Feijóo se habrían ahorrado todos estos espectáculos. Y de esto también hablaremos cuando toque. Como en la 'trama rusa', todo se sabrá». Y 'si chove, que chova', le faltó haber añadido. De momento solo oímos el trueno. Veremos si precede al diluvio o la cosa se queda en tormenta eléctrica.
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