Renovación y cambio de ciclo han sido dos de las expresiones más utilizadas para referirse tanto a la decisión de la dirección del PNV de prescindir de Iñigo Urkullu como candidato para las próximas elecciones autonómicas, como a la renuncia de Arnaldo Otegi a encabezar ... la lista de EH Bildu. Un movimiento de alto riesgo y de implicaciones aún por calibrar en la política vasca.
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Tanto desde el partido que lidera Andoni Ortuzar, como desde la coalición abertzale, se ha subrayado la necesidad de acometer un cambio generacional, una vez constatado que «hay banquillo» y que «la sociedad vasca ha cambiado» -caso de Bildu- y con el argumento de que se precisa «juventud» para garantizar la continuidad de un proyecto diseñado a doce años vista -en el caso del PNV-; aunque la persona finalmente designada por el EBB para sustituir al actual lehendakari no tenga 30 años, sino que roce ya los 50.
Se trata del diputado foral vizcaíno Imanol Pradales, de quien se destaca su cualificada formación en las aulas de la Universidad de Deusto y su afición al remo. Alguien con fama de gestor eficiente pero desconocido dentro y fuera de su partido, pese a llevar 16 años en la función pública, la mayoría al frente de departamentos tan estratégicos como Promoción Económica e Infraestructuras.
Como el propio presidente del EBB dice de él, «habrá pocas personas en Euskadi que hayan gestionado más cantidad de dinero público que Imanol», lo que le ha permitido en cambio darse a conocer en el mundo empresarial y económico.
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Con su designación, el PNV se contradice hablando de renovación cuando simplemente habría tratado de buscar a alguien con un perfil y una edad propicios para dar continuidad a un proyecto político y social diseñado para «dos o tres legislaturas tranquilas», según ha explicado el mismo Ortuzar en sus últimas apariciones públicas, intentando dar normalidad al polémico relevo de Urkullu.
Se dice que los nuevos tiempos requieren nuevos líderes pero en lo que a los jeltzales concierne, su apuesta sigue siendo casi idéntica. Más un gestor que un político. Gente con una gran disciplina de partido que reme incondicionalmente a favor de obra, sin cuestionar el rumbo fijado por quien realmente ejerce de patrón de la trainera (que, dicho sea de paso, no suelen ser los que salen en las fotos), toda vez que ha quedado demostrado que las bicefalias llegan hasta donde llegan.
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Sin duda es preciso abrir un nuevo ciclo y acometer una renovación, pero no generacional sino estructural. Para que ésta sea real, se precisa de algo más que la sustitución de un candidato por otro que, aunque peine menos canas, parece fabricado con el mismo molde. Urge recuperar la mística de un oficio reservado a los mejores y no solo a los más dóciles, personas con carisma, preparación, principios y valentía, que la ejerzan con auténtica convicción y vocación de servicio. No como un empleo VIP, ni como una forma de lucimiento personal para pasar a la historia.
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