Ha pasado casi medio siglo desde que Carlos Garaikoetxea prestara juramento a los pies del árbol de Gernika para desempeñar el cargo de primer lehendakari del Gobierno vasco tras la reinstauración de la democracia, rodeado de 13 rutilantes consejeros que brillaban con prometedora luz propia. ... Sentar las bases del entramado institucional vasco exigía seleccionar a los mejores hombres (lo de la paridad vendría mucho después). Personas de reputación impecable, esmerada formación y probada trayectoria profesional en sus distintos ámbitos de conocimiento que (y no es este un detalle menor) guardaría relación con las áreas de gestión que les fueron encomendadas, cuando no existía aún la figura del asesor de libre designación que se ha multiplicado después, como los panes y los peces, haciendo crecer la red clientelar de los partidos políticos de forma exponencial.
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Con el tiempo, se ha ido haciendo cada vez más difícil la atracción de talento hacia la función pública. El desprestigio de la política, su exigencia de dedicación plena y las dificultades de reinserción laboral por la estigmatización que su ejercicio conlleva hace que carezca de atractivo para los profesionales mejor cualificados. Pero hay un factor no menos determinante y es el funcionamiento de los partidos, donde se impone la verticalidad en la toma de decisiones. La mayoría de sus líderes desconfía de la figura del consejero independiente. Lo que nos lleva a que los cargos institucionales sean hoy de carácter casi rotatorio y estén ocupados en su mayoría por personas cuya carrera profesional se desarrolla exclusivamente en el sector público, a expensas de su filiación política, encadenando un nombramiento tras otro, como si hubiesen sido elegidos para la eternidad, en gratitud a su probada obediencia y lealtad para con las siglas.
Salta a la vista que el nuevo gobierno diseñado por Imanol Pradales ha intentado ser la excepción que confirma esa regla. Y, aunque entre la lista de hombres y mujeres que formarán parte del mismo, hay en su mayoría exalcaldes, exdiputados, exconsejeros y exviceconsejeros, exdelegados de Gobierno y hasta un exrector de universidad (pública) que siempre ha llevado a gala su sintonía con el partido institucional hegemónico, se nota un intento por ir más allá de los cuadros institucionales en dos áreas que serán claves para este gobierno: Hacienda y Finanzas, liderada por Nöel d'Anjou, quien cuenta con una sólida trayectoria en la banca privada y el sector bursátil y Transición Energética, encomendada a Mikel Jáuregi, quien dejará su puesto en Reino Unido, como directivo de una importante empresa dedicada a la optimización de renovables.
Habrá que darles un voto de confianza y desearles a todos lo mejor en su desempeño. Su primer gran reto será justificar con su ejecutoria que sean necesarias 15 consejerías. El más importante: no perder la perspectiva de la realidad ni el sentido común que rige extramuros, en eso que a algunos pareciera hacérseles otro mundo una vez que han sido llamados para hacer historia y que se llama sociedad civil.
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