Urgente Grandes retenciones en la A-8, el Txorierri y la Avanzada por la avería de un camión
El lehendakari Urkullu saluda a la militancia en el último Alderdi Eguna multitudinario, por el momento, el de 2019. e. c.

El Alderdi Eguna más agridulce

El PNV, que anunciará mañana el calendario para la renovación de sus ejecutivas, encara tres años de calma interna y tensión institucional por la Covid

Domingo, 27 de septiembre 2020, 02:03

Hasta ahora, lo único que había logrado que el último domingo de septiembre no se celebrase el Alderdi Eguna fueron unas elecciones, concretamente las autonómicas de 2016, convocadas para ese día. Pero al PNV ni se le pasó por la cabeza suspender la tradicional fiesta ... que llevaba organizando en esa fecha desde 1977; se limitó a retrasarla una semana y aprovechar así la peregrinación de la militancia a las campas de Foronda para celebrar una nueva victoria en las urnas. No obstante, la Covid-19 ha demostrado que arrasa con todo, incluida una de las liturgias irrenunciables de un partido, el PNV, que se concibe a sí mismo como movimiento y da una importancia capital, por lo tanto, a un acto que sirve como baño de autoestima y refuerzo de los lazos militantes, hacia dentro, y como exhibición de músculo y púlpito para lanzar mensajes estratégicos, hacia fuera.

Publicidad

Desde que a Iñaki Anasagasti, entonces un joven burukide en el EBB que presidía Carlos Garaikoetxea, se le ocurriera proponer, en plena Transición, una jornada festiva como las que había visto celebrar en el parque de los Caobos de Caracas a los partidos Acción Democrática y Copei, en su Venezuela natal, hasta la actualidad, el Alderdi Eguna ha sido un rito anual de obligado cumplimiento. «A Juan de Ajuriaguerra no le gustó porque eran tiempos de ir todos juntos. Pero visto el éxito tuvo la gallardía de decirme que se había equivocado y que tocamos una fibra sensible», recordaba hace unos años Anasagasti. Si en aquellas romerías venezolanas que inspiraron al exsenador se asaba un ternero, en la fiesta jeltzale -inaugurada en San Miguel de Aralar, trasladada después a Salburua y desde 2004 a Foronda- siempre ha habido misa de diez, desfile de las organizaciones municipales y territoriales con sus estandartes, mitin a cargo del lehendakari y el presidente del EBB, txoznas y comida popular. Todo lo que el coronavirus, que se ha llevado por delante el año más redondo del PNV, en el que debía haber celebrado por todo lo alto el 125 aniversario de su fundación, ha arrinconado no se sabe hasta cuándo.

No obstante, pese a la cancelación de la fiesta campestre, hoy habrá discurso de Andoni Ortuzar, habrá foto (como en el Aberri Eguna hubo ikurriñas en los balcones del confinamiento, quizás menos de las esperadas) y habrá, también, mensaje de autoafirmación y orgullo de partido, especialmente tras el triunfo el 12-J, una cita en la que el PNV ganó tres escaños, uno por territorio, y rozó los registros de antes de la escisión, cuando alcanzó su mejor resultado en solitario. El EBB afronta la atípica celebración, restringida este año al ámbito privado, con la moral por las nubes, la convicción de haber «reforzado» su liderazgo y convencido de que si no fuera por el azote de la pandemia y la elevada abstención que provocó podrían haberse encaramado a los 33 o 34 escaños. «EH Bildu tenía todo a favor para recortar distancias. El caso De Miguel, Zaldibar, la Covid; el escenario era endiablado. Si no lo han hecho ahora...», se ufanan en Sabin Etxea.

El 'baile' de liderazgos en el partido empezará en puertas de las municipales y forales de 2023

fin de ciclo

Continuismo

Un momento «dulce», insisten, el que atraviesa el partido, que afronta en situación de cohesión interna la renovación de sus órganos de dirección, que debería haber culminado, precisamente, el 12-J y que también tuvo que ser aplazada por la pandemia. Mañana mismo, en su habitual reunión de los lunes, el EBB aprobará el calendario del proceso interno que revalidará a Andoni Ortuzar como presidente del EBB para cuatro años más antes de final de año. Soplan vientos de continuismo. Las fuentes consultadas tampoco prevén cambios de gran calado en las ejecutivas territoriales que presiden Itxaso Atutxa (Bizkaia), Joseba Egibar (Gipuzkoa) y José Antonio Suso (Álava) y el PNV respira tranquilo ante la perspectiva de tres años más de calma interna, sin elecciones a la vista salvo que, contra pronóstico, la legislatura de Pedro Sánchez termine abruptamente. Los jeltzales encaran un fin de ciclo claramente exitoso, marcado por la bicefalia Ortuzar-Urkullu, que ha chirriado poco o nada, al menos en público, y por el crecimiento sostenido en apoyo electoral.

Publicidad

El 'baile' empezará en puertas de las elecciones municipales y forales de 2023, que marcarán el inicio de una auténtica 'revolución' interna que dará paso a toda una nueva generación de líderes. Hasta entonces, el PNV busca aprovechar el favorable viento de cola con el que Urkullu encara su primera legislatura con mayoría absoluta. Aunque los jeltzales son muy conscientes de que la inédita crisis sanitaria, económica y social provocada por la Covid-19 añadirá un elemento extra de «tensión» a la gestión institucional y les complicará la vida con una fuerte oposición, especialmente de la izquierda abertzale y de la mayoría sindical.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad