En la boca del lodo
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Feijóo se equivoca gravemente al asociar su carrera hacia La Moncloa a la suerte de Mazón, cuyo naufragio político llegará en diferidoEntre líneas ·
Feijóo se equivoca gravemente al asociar su carrera hacia La Moncloa a la suerte de Mazón, cuyo naufragio político llegará en diferidoLa batalla del relato está servida en bandeja tras la trágica catástrofe de Valencia. En un ambiente aún de profundo dolor por los muertos y desaparecidos, en pleno comienzo de una reconstrucción que va a ser lenta, las explicaciones del presidente de la Generalitat, Carlos ... Mazón, alimentan esa disputa feroz por la narrativa. Sus palabras han sido convincentes solo para sus partidarios políticos, aunque la petición de perdón es tan necesaria como insuficiente. Los populares han activado ya una estrategia rocosa para resistir a la presión de la izquierda, que ha cogido la bandera de la exigencia de la dimisión en un contexto en el que se ha quebrado socialmente la confianza en las instituciones. El PP liderado por Núñez Feijóo ha endosado su suerte a la deriva de Mazón, al menos públicamente, lo que encierra un serio riesgo. Porque el president, más allá de lo correoso del personaje, está profundamente cuestionado. No ya por la negligencia ni la falta de agilidad en la respuesta a la calamidad, es decir por actuar tarde, sino, sobre todo, por la creciente sensación –que tendrá que ser avalada con datos– de que se ocultaron aspectos de la verdad para esquivar el golpe y aminorar la asunción de responsabilidades. Esa es la cuestión de fondo, por mucho que él lo intente relativizar con una autocrítica en la que anuncia una reorganización de su Govern y por mucho que ligue el futuro de su carrera política a la reconstrucción. Su final llegará en diferido.
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Sendas Comisiones de Investigación, tanto en las Cortes valencianas como en el Congreso, deberían aclarar con testimonios, correos electrónicos y horas quién dice la verdad y quién no. Al final todo sale a flote y se sabrá lo que ocurrió, por mucho que a veces se retuerza la interpretación de los hechos. Y también quién da volantazos. Las posiciones diferentes de Núñez Feijóo sobre las responsabilidades de la DANA, obedecen a un cálculo político que chirría en este escenario tan dramático. Puede que casi todos los políticos lo hayan hecho, pero en el grado de responsabilidad, el PP se lleva la palma. No todos han hecho leña del árbol caído.
Estuvo «donde tenía que estar», argumenta Feijóo, cuando toda la ciudadanía española sabe que Mazón precisamente estuvo donde no debía, que obvió los mensajes de Aemet, que se puso de perfil al culpar a Confederación Hidrográfica del Júcar y se equivocó en lo esencial, la falta de prevención y alertar a la gente.
Los populares han terminado por asumir una versión de parte que intenta, sencillamente, salvarse del naufragio y buscar la exculpación de Mazón para no torpedear la carrera política de Feijóo hacia La Moncloa. En ese cuadro se enmarca intentar el desvío de responsabilidades hacia la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera, que tendrá que dar sus explicaciones en el Parlamento. En esta carrera parece que todo vale, incluso poner en peligro la elección del nuevo equipo de comisarios pactado entrre populares, socialistas y liberales.
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Las DANAS de los últimos días en Cataluña y Andalucía han puesto de relieve, sobre todo, la inefecacia de la Generalitat valenciana. Ni Andalucía ni Cataluña han tenido que pedir ayuda al Ejecutivo central ni esperar a que dirijan desde La Moncloa los servicios de protección para prevenir a los ciudadanos o para advertir a la población del riesgo que corre si se resistían a irse a sus casas. Moreno Bonilla ha dejado en evidencia a Mazón.
Ello no quiere decir que el Gobierno de Sánchez este libre totalmente de dar explicaciones. Las tendrá que dar. Mantener la votación de RTVE en plena catástrofe fue un lamentable error y habrá que ver si se actuó también con retraso en los rescates. Pero la estrategia de Feijóo para descabalgar a Teresa Ribera del Colegio de Comisarios se antoja como una maniobra demasiado descarada para desviar el foco. Y este movimiento está destinado al fracaso. Es muy difícil que logre reventar el gobierno de comisarios de la presidenta Úrsula Von der Leyen, del que Ribera es, número dos y asume vuna icepresidencia y una macrocartera de Clima y Competencia. Pero no es imposible que todo estalle. Feijóo, que presume de formar parte del alma moderada del centroderecha europeo, se mete en la boca del lobo al optar por un territorio vidrioso y resbaladizo de flirteos con la extrema derecha. Si la apuesta de Feijóo lograra al final su objetivo, el pacto histórico entre populares, socialdemócratas y liberales podría saltar finalmente por los aires y Von der Leyen se vería obligada a una dependencia perversa no ya con la extrema derecha italiana sino con Alternativa por Alemania, el partido neonazi que ha colapsado el sistema político de este país. La opción de Feijóo por precipitar el desgaste de Sánchez en este asunto puede ser legítima, aunque la hipérbole en medio del duelo es siempre mezquina. Pero meterse en este territorio es, sencillamente, jugar con fuego con el futuro de Europa. Dicen que la mejore defensa es un buen ataque. Pero hay algunos límites que no se deben traspasar nunca.
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