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El País Vasco presenta notables singularidades con otras autonomías. Y no me quiero referir hoy ni a su nivel competencial ni a su particular modelo de relación económica con el Estado, el Concierto, epicentro del debate político en este momento en España por la desconocida ... financiación singular ofrecida por Sánchez a ERC a cambio de hacer president al socialista Illa.
Una de esas singularidades vascas es el peso político de nuestros territorios, algo que no se da en ninguna otra autonomía. Y es que son Álava, Bizkaia y Gipuzkoa las que se encargan de la recaudación de impuestos. Su papel en el entramado institucional vasco fue determinante en la fractura que sufrió el PNV en 1986 de la que surgió Eusko Alkartasuna, hoy perdida en ese magma llamado EH Bildu que controla Sortu.
No sólo. Tenemos un atípico Parlamento vasco en el que no se cumple la máxima de 'un hombre, un voto'. Aquí las tres provincias tienen idéntico número de parlamentarios: 25. Con ello el voto de un alavés vale cuatro veces y media más que el de un vizcaíno y casi el triple que el de un guipuzcoano. Ello no impidió la irrupción hace tres décadas de una fuerza política, Unidad Alavesa, que abogaba por la salida de este territorio de la comunidad autónoma para convertirse en una comunidad foral uniprovincial como Navarra.
He querido refrescar su memoria -e ilustrar a los más jóvenes- porque nos enfrentamos, de nuevo, a otra posible tormenta territorial. Desencadenante: el trazado para unir el TAV vasco con Navarra. Sobre la mesa dos alternativas: Ezkio-Itsaso, en Gipuzkoa, o Vitoria. Con EH Bildu tratando de hacerse a un lado, dado el vergonzoso papel jugado históricamente por la izquierda abertzale en materia de infraestructuras, PNV, PSE y PP han cerrado filas en Gipuzkoa en defensa de la opción Ezkio. En Álava han hecho lo mismo pero al revés: apoyar Vitoria.
Todos intuimos que Madrid se inclina por la capital alavesa, por razones sobre todo económicas. Como Álava. Gipuzkoa apuesta por Ezkio, pese a su complejidad técnica y a su altísimo costo económico, porque la opción de Vitoria dejaría al territorio de lado y porque se perdería una óptima opción de vertebrar el País Vasco. La división en Navarra es similar. La presidenta socialista Chivite da muestras de que secundará a pies juntillas lo que ordene Madrid. UPN y Geroa Bai (PNV) se inclinan por la opción guipuzcoana.
¿Y Ortuzar? ¿Y el lehendakari Pradales? Pues se tientan la ropa. Dicen estar a la espera de los informes técnicos del Ministerio de Óscar Puente que todos creemos saber se inclinarán por la solución alavesa. Loable prudencia que no sirve más que para ganar tiempo porque la decisión final tendrá consecuencias. Sobre todo, si pierde Gipuzkoa. El territorio en el que peor le van las cosas al PNV frente a la izquierda abertzale. Y en el que se teme muy seriamente que, al final, después de tantos años de espera, los tráficos hacia el Mediterráneo vayan desde Bizkaia por La Rioja.
Atentos. Este asunto no será inocuo para nuestro futuro político ni económico.
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