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La política española ha vuelto a vivir otra semana de esas que invitan al pesimismo. Con el esperable rechazo de la reforma de la ley de extranjería y con el 'no' del Parlamento a la senda de déficit y al techo de gasto, imprescindibles para ... que tengamos Presupuestos en 2025. En ambos casos, porque los chicos de Puigdemont han unido sus votos ¿coyunturalmente? al PP y Vox.
La reacción oficial tanto del PSOE como del PP ha sido otra lamentable exhibición de interpretación barata. Desde el Gobierno se ha intentado restar trascendencia a un bofetón político de primer orden, y Sánchez se ha apresurado a visitar al president Aragonés y al lehendakari Pradales -acude hoy a Ajuria Enea- para evitar nuevas vías de agua en el cada día menos bloque de investidura. Feijóo, que ya saben que no es presidente porque no quiso -quién le aconsejaría decir tamaño despropósito-, ha buscado la enésima foto en el viejo salón de plenos del Senado para pedir a Sánchez que se marche… y a seguir calentando el escaño de líder de la oposición.
La legislatura atraviesa un momento determinante. En pocos días pueden esclarecerse algunas importantes cuestiones. Algunas. Pero hoy por hoy Sánchez y Feijóo siguen maniatados y contra las cuerdas. ¿Culpables? ERC y Puigdemont.
Empecemos por lo menos complicado. ¿Por qué Feijóo sigue sin atreverse a presentar una moción de censura contra Sánchez con la que está cayendo, y que ya veremos en qué queda? Porque el PP carece de apoyos para que prospere. Necesita el 'sí' simultáneo de Vox -que acaba de romper con los de Feijóo en las autonomías- y de Junts. ¿A medio plazo? Tampoco parece probable ni que Puigdemont quiera ir de la mano de Abascal ni al revés.
La próxima partida se juega en Cataluña, donde los socialistas buscan el apoyo de Esquerra para que Illa sea president. El pacto parece posible, aunque no contemplará un Concierto como el vasco o un Convenio como el navarro como reclaman los republicanos. Si los negociadores de ERC y del PSC alcanzan un compromiso, todavía deberá ser refrendado por las bases republicanas. Y ese parece el mayor obstáculo, porque la militancia de Esquerra se muestra muy muy muy reticente a llevar a Illa al Palau.
Si no hay pacto, habrá nuevas elecciones. Es el clavo ardiendo que busca el huido Puigdemont y el gran temor en ERC. El independentismo no tiene mayoría en el Parlament por primera vez desde los comicios de 1980. Todos los sondeos apuntan a que ERC se daría otro bofetón de repetirse los comicios. Puigdemont, en cambio, sueña con que los catalanes le den la victoria.
Si hay entendimiento PSC-ERC, den por hecho el retorno de Puigdemont, que previsiblemente sería detenido y encarcelado. Sería un intento postrero por abortar el compromiso y evitar su final político. Recuerden que prometió retirarse si no lograba la Generalitat.
La elección de Illa sería un tanto de enorme importancia política para un Sánchez cada vez más débil, aunque no resolvería sus problemas. Y es que en tal supuesto parece probable que Junts endurecería su posición y condenara al Gobierno a una sucesión de derrotas parlamentarias. ¿Por cuánto tiempo? ¿Reconsideraría la moción de censura con el PP y Vox? Improbable, sin duda. Como que Sánchez arroje la toalla. Como que la legislatura coja velocidad de crucero y no siga siendo una sucesión de derrotas del Gobierno. Descansen. El ruido va para largo.
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