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Con casi todos los focos puestos en las elecciones catalanas del domingo y en las europeas del 9 de junio, PNV y PSE negocian en un clima de máxima discreción la composición y objetivos del próximo Gobierno vasco. La legislatura arrancará la próxima semana con ... la elección de la nueva Mesa del Parlamento. PNV, EH Bildu y los socialistas se repartirán el máximo órgano de dirección del Legislativo vasco. Los peneuvistas tendrán la Presidencia y un puesto. La izquierda abertzale ocupará también dos puestos. Y el PSE, uno. Un reparto lógico desde un punto de vista de poder, aunque no refleja la pluralidad de la Cámara.
La primera fase de las negociaciones se centra en el programa del primer gabinete Pradales. En casar las ofertas electorales de los socios, tarea no precisamente sencilla. Toca concretar objetivos comunes y pactar desacuerdos. Luego vendrá el reparto de poder, les cuenten lo que les cuenten siempre parte esencial de un pacto así.
La noche electoral, el PNV dijo asumir que su ajustada victoria –con pérdida de cuatro parlamentarios y empate en escaños con EH Bildu– es una nueva oportunidad que le conceden los ciudadanos para mejorar. Los socialistas, un poco pasados de optimismo por su subida de dos parlamentarios y su posición arbitral, confirmaron de inmediato su apuesta por reeditar coalición y su propósito de que algunas políticas del nuevo Ejecutivo –¿con ayuda de EH Bildu y Sumar?– giren a la izquierda.
En teoría, pues, debemos esperar un Gobierno de continuidad, que no continuista. Parece la única manera de que jeltzales y socialistas no defrauden al electorado y miren al futuro con cierto optimismo. Un futuro en el que ya no es tan segura la continuidad de su entente.
Ortuzar y Pradales se supone que saben que si la ciudadanía no percibe mejoras en Osakidetza, educación, seguridad ciudadana o vivienda la cuesta abajo puede continuar. Para el PSE la pregunta es sencilla: ¿se conforman con ser una fuerza segundona, con la izquierda liderada por EH Bildu o aspiran a recuperar la posición que tuvieron hasta la irrupción de Podemos en la vida pública? Y ello tanto si siguen con el PNV o se abre paso un Gobierno vasco de izquierdas con EH Bildu, como sueña Jesús Eguiguren. Sobre todo si Otegi y los suyos abjuran de los crímenes de ETA. Algo hoy por hoy improbable
Veremos qué promesas concretas nos plantea el nuevo Ejecutivo. Y también el nuevo reparto de poder. Los jeltzales siempre exigen retener Presidencia, Hacienda, Interior, Educación y Sanidad. Además de controlar los medios públicos de comunicación y las políticas de memoria, para apostar por un 'totum revolutum' que diluya el terrorismo etarra con otros, como el del Estado.
Con el nuevo escenario, no parece muy equitativo que el PSE se quede sólo con las carteras de la pasada legislatura. A sabiendas, además, de las dificultades que conlleva que las políticas de vivienda ofrezcan resultados tangibles a corto plazo, sobre todo si no se produce un salto presupuestario notable. Sanidad podría ser –¿debiera ser?– objetivo socialista, teniendo además como aval la excelente gestión realizada en el pasado por consejeros del PSE en esta área. No es un asunto menor.
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