El PNV sufrió un serio aviso en las elecciones generales del año pasado cuando solo pudo ser segundo en Euskadi y se impuso a EH Bildu por apenas 1.100 votos. En total, 101.000 electores le abandonaron respecto a los comicios de 2019 (-8, ... 06%) mientras la izquierda abertzale ganaba 55.000, un 5,25%.
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Hace unas semanas, en las autonómicas, y con nuevo candidato a lehendakari, Imanol Pradales, el partido de Ortuzar resistía y vencía por apenas 28.000 votos a la coalición abertzale, aunque ambos empataban a 27 escaños. Eso sí, los peneuvistas retrocedían un 3,85%, mientras los de Otegi volvían a escalar posiciones: 92.000 papeletas más y una subida porcentual del 4,62%.
En las europeas del domingo, el PNV ya no resistió. Logró mantener su escaño en Estrasburgo, lo que siempre maquilla cualquier revés. Pero los jeltzales se dejaron once puntos respecto a los comicios de 2019 y vieron cómo EH Bildu lograba el ansiado 'sorpasso'. En la Comunidad Autónoma Vasca, y en la suma entre Euskadi y Navarra, siempre tan importante para las fuerzas abertzales. Y es que mientras la izquierda independentista se iba hasta el 18,7% de los sufragios en el viejo reyno, mejorando sus registros en generales y forales, el PNV, allí Geroa Bai, se quedaba en un pírrico 3,16%.
El Euskadi buru batzar (EBB) reaccionó hace unos meses a las advertencias ciudadanas en las urnas sustituyendo a Iñigo Urkullu por Pradales como aspirante a Ajuria Enea, pese a los deseos del primero de seguir. Además anunció una asamblea general para revisar su oferta política. También se barajó la eventual salida de la troika que dirige el partido desde hace década y media -Andoni Ortuzar, Joseba Aurrekoetxea y Koldo Mediavilla-, posibilidad que nunca se ha confirmado.
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Los jeltzales se enfrentan al momento más complicado desde que sufrieron en 1986 la escisión del exlehendakari Carlos Garaikoetxea y sus seguidores, que alumbraron Eusko Alkartasuna, partido hoy integrado en EH Bildu, con un peso residual. Al menos hasta el domingo daba la impresión de que el PNV pretendía jugársela a la gestión del nuevo Gobierno vasco de coalición PNV-PSE de Pradales y a los eventuales movimientos en clave soberanista que pueda hacer, en función de la coyuntura política en Madrid y de cómo se mueva la izquierda abertzale. El líder del sector más abiertamente independentista, Joseba Egibar, no ha dudado en mostrar su disconformidad con que personas como él sí den un paso atrás mientras Ortuzar y su equipo sigue atrincherado en Sabin Etxea.
Veremos cómo responde al EBB al nuevo y serio revés del 9-J. Si sigue fiándolo todo a las tiritas que pueda poner en su herida Pradales y a la actualización de su corpus en esa próxima asamblea general. O si llegan decisiones más drásticas en forma de giro político en Madrid -no parece probable en las actuales circunstancias, con un Feijoo cogobernando con la ultraderecha- o el anuncio de un relevo generacional y político en la dirección, como han promovido Ortuzar y los suyos en las instituciones.
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