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El País Vasco ha dado por concluido el proceso de relevo del anterior Gobierno Urkullu por el nuevo Gobierno Pradales. Lo ha hecho con las habituales muestras de buenismo del que llega. Sin las concreciones que aguarda una ciudadanía disconforme con la evolución de algunos ... servicios públicos. Y con decisiones y manifestaciones que han causado cierta perplejidad.
Perplejidad por la mastodóntica composición del primer Gabinete Pradales, el mayor de la historia. Ni Carlos Garaikoetxea necesitó de semejante aparataje para poner en marcha la autonomía vasca. Aunque de un altísimo nivel profesional. Habrá que dar por bueno semejante dispendio si sirve.
Y cierta perplejidad también ante algunas manifestaciones de buenismo del nuevo lehendakari y de cautela de algunos consejeros. Pradales ha pedido a su equipo valentía, ambición y arriesgar sin miedo a equivocarse. Pues claro que sí. Siempre pensé que esas eran las máximas con que acceden al cargo nuestros gobernantes, pero no debía estar tan claro si se ha sentido en la obligación de recordárselo a su equipo.
No han faltado voces reclamando a los ciudadanos que sean prudentes en sus expectativas respecto a lo que va a poder hacer el nuevo Gobierno. El nuevo titular socialista de Vivienda ha sido posiblemente el más cristalino en tal sentido. Denis Itxaso, hasta ahora un buen político, ha anunciado que trabajará «en posición de combate para resolver la emergencia social que vive nuestro país por las dificultades de acceso a la vivienda de muchos jóvenes», pero ha pedido que no se le exijan milagros.
Lo dejaba meridianamente claro hace un par de días el último Deustobarómetro. Los vascos esperan del nuevo Gobierno un golpe de timón para que Osakidetza recupere el terreno perdido y vuelva a ofrecer el servicio que ofreció hasta hace unos años. Y miles de conciudadanos esperan pisos. Viviendas para alquilar o comprar que ahora son del todo insuficientes para responder a la demanda social.
No creo que una mayoría de vascos aguarden milagros del nuevo Gobierno Pradales, pero sí resultados tangibles. Los más urgentes, repito, en Sanidad. ¿Cómo? Nos lo tendrá que decir el nuevo consejero, Alberto Martínez, que sólo ha avanzado que la prioridad será la Atención Primaria sin ofrecer aún las concreciones necesarias.
También en Vivienda. Urge una línea de colaboración inmediata Gobierno-ayuntamientos para que lleguen los resultados. Resultados que son posibles y lo hemos visto. Vitoria cerró los años 90 como la ciudad vasca con las viviendas más caras por la política especulativa con el suelo del alcalde Cuerda (PNV), por lo demás un gran regidor. Bastó un pacto PP-PSE que permitió levantar dos nuevos barrios (Salburua y Zabalgana) con miles de viviendas que solventaron el problema de raíz en pocos años. Por tanto, si se actúa se puede.
Los ciudadanos vascos están contentos con su nivel de vida. Y si se quejan no es por no se sabe bien qué, como interesadamente deslizan algunos. Lo hacen porque su poder adquisitivo retrocede y sus hijos viven mucho más en precario que ellos, mientras crece, y crece, y crece la brecha entre ricos y pobres. Pradales y Ortuzar harían bien en tenerlo muy claro y en todo momento. O su futuro, el del PNV, puede teñirse de negro.
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