Trece años después de su detención, quien fue todopoderoso 'número dos' del PNV alavés y diputado foral, Alfredo 'Txitxo' de Miguel, los exburukides Otxandiano y Tellería, además del exdirector vasco de Juventud Sánchez Robles saben desde ayer que ha llegado el momento de ir haciendo ... las maletas para pasar un, a priori, largo tiempo a la sombra por liderar la mayor trama corrupta descubierta en Euskadi.
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La consejera Arantxa Tapia mostraba ayer su alivio por poder dar por «cerrado definitivamente» el caso. Judicialmente así es, salvo que se produzcan anomalías en las condiciones de prisión de los condenados. Políticamente parece más dudoso.
Cuando estalló el escándalo, en el PNV convivían dos sectores enfrentados. El oficial de Iñigo Urkullu y el más abiertamente independentista de Joseba Egibar, que controlaba Gipuzkoa y Álava, este último territorio a través de Iñaki Gerenabarrena y De Miguel.
Como resulta comprensible en situaciones así, los primeros momentos fueron de tensión y confusión internas. Por aquellos días era frecuente que conocidos burukides se acercaran a periodistas para tratar de saber hasta dónde llegaban las averiguaciones judiciales.
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La primera persona a la que no le tembló la mano a la hora de actuar fue al diputado general alavés, el recientemente fallecido Xabier Agirre, quien relevó de inmediato a De Miguel como diputado. Sólo después, Sabin Etxea reclamaba el carné de afiliado a los detenidos. Sin éxito. De Miguel y sus compinches tardaron meses en atender la exigencia. Y sólo lo hicieron después de que 'Txitxo' mantuviera una larga reunión con Egibar al que exigió que el partido no les dejara de lado. No lo ha hecho.
En estos años los jeltzales han cargado repetidamente contra el fiscal Izagirre. Los medios dispuestos desde Interior para que la Justicia pudiera llegar al fondo fueron escasos. Egibar y otros cargos peneuvistas no dudaron en acompañar, abrazar y animar a De Miguel y los suyos ante la Prensa en el Parlamento. La denunciante del caso, la empresaria Ainhoa Alberdi, sufrió una inspección fiscal apenas tres días antes de ratificar sus acusaciones en el juicio. Y nadie ha aclarado quién ha abonado la costosísima minuta de los abogados de De Miguel, que hasta ayer ha conservado su empleo público.
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Cuando llegaron las condenas, primero de la Audiencia de Álava y luego del Supremo, Urkullu y Ortuzar pidieron perdón a la sociedad. Y se apresuraron a afirmar que los fallos dejan claro que «el PNV no tuvo nada que ver con los delitos de esas personas». Una verdad a medias. El fallo no dice en ningún momento que los beneficios de la trama fueran para el partido. Pero remarca que fueron posibles por su posición en el partido. Y sigue resultando muy difícil creer que nadie se percatara de las andanzas de los condenados.
Los cuatro principales condenados de la trama de 'los txitxos' ingresarán en breve en la cárcel. Por cierto, competencia del Gobierno vasco desde hace unos meses. Veremos si se permite a diarios y televisiones captar el momento. Lo dudo. ¿La otra incógnita? Si Egibar y sus fieles acudirán o no en formación de ochote a darles un abrazo, como hizo en su día Felipe González como Barrionuevo y Vera, condenados por los GAL.
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