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Han transcurrido dos años y medio desde el golpe de mano interno con el que los barones del PP terminaron de un plumazo no muy democrático con el fracasado mandato de Pablo Casado y acordaron aupar al liderazgo popular a Alberto Núñez Feijóo. Lo sucedido ... en este tiempo, los volantazos, los giros estratégicos y errores de bulto como el protagonizado en las últimas horas dejan seriamente tocado al líder conservador, convertido en el mejor fabricante de salvavidas para un Pedro Sánchez arrinconado. En el presidente de un partido que no logra desprenderse de su imagen perdedora.
Aún no me entra en la cabeza cómo el partido más votado en las generales, que dispone del mayor grupo parlamentario del Congreso, de un centenar de carísimos asesores y de toda clase de gabinetes de apoyo ha podido cometer el inmenso e injustificable error de respaldar durante meses y en varias instancias que los presos de ETA vayan a poder descontar de sus condenas máximas en España el tiempo cumplido en prisiones de, por ejemplo, Francia. Una decisión del Gobierno Sánchez, materializada a través de una enmienda de Sumar, que muchos tenemos derecho a pensar que responde a un pago a la izquierda abertzale por su apoyo.
Pero es que la fenomenal torpeza de Feijóo no acaba ahí. Era obligado pedir perdón, y lo hizo. No así protagonizar el repugnante espectáculo del miércoles en el Congreso. Incluida la aparición en el pleno de Marimar Blanco, recibida por la bancada popular con una cerrada ovación. Y, sobre todo, la impresentable aparición en escena del jefe de la bancada popular, Miguel Tellado, lanzando toda clase de improperios contra los socialistas mientras exhibía sin pudor un cartelito con el rostro de los doce cargos del PSOE asesinados por ETA, entre las risotadas indecentes de alguna de sus compañeras.
No ha habido ceses ni dimisiones, algo que sería impensable en el ámbito privado. ¿Pero es que Feijóo cree que el huracán va a pasar sin más? Tellado debe irse. Como mínimo.
Imagino a Pedro Sánchez regodeándose en su despacho. Pero haría bien en pensar, además de lo fenomenal que es eso de conservar la poltrona, que sigue perdiendo votos y que se le siguen abriendo frentes muy muy peligrosos. El último, ayer en el 'caso Ábalos'. El PSOE se dejó miles de votos con los indultos y luego con la amnistía a los líderes del fallido 'procés'. Le va a ocurrir lo mismo con la financiación singular prometida a Cataluña, de la que desconocemos casi todo. Y muy probablemente le sucederá otro tanto con este capítulo de los presos etarras.
Sánchez va a salir del próximo congreso socialista en loor de multitudes. Pero los frentes internos en el partido se le multiplican. A Castilla-La Mancha y Aragón su suman ahora Castilla y León y Madrid. Y el Gobierno de izquierdas sigue sin poder mimar a su electorado desde el BOE. Feijóo ha hecho un gran favor a Sánchez que ennegrece su futuro pero que no aclara el del presidente.
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