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El arranque de la legislatura vasca sigue instalado en un cierto buenismo. Para nada censurable, desde luego, pero no demasiado creíble. La llegada de Imanol Pradales a Ajuria Enea, gracias a la reedición del pacto entre PNV y PSE, fue recibida por las restantes fuerzas ... con la promesa de esforzarse en buscar puntos de encuentro para intentar superar los problemas más urgentes que aquejan a la sociedad vasca. Singularmente dos: la grave crisis de nuestra sanidad pública y el problema de la vivienda. Ni una ni otro problemas exclusivos nuestros.
Tras el paréntesis vacacional, llega la hora de poner la letra pequeña a ambas intenciones. El lehendakari se reunirá en los próximos días con las restantes formaciones para buscar puntos de encuentro. Pero ayer, en el arranque del curso político, en el tradicional Consejo de Gobierno del Palacio Miramar de Donostia, Pradales prefirió no entrar todavía en harina.
El jefe del Ejecutivo vasco se descolgó con una propuesta de decálogo por una política ejemplar y ética. Nada que reprochar a su contenido. Sólo que uno pensaba que en Euskadi no habíamos caído en la política de la bronca y el insulto imperante desde hace tiempo en Madrid y en otros parlamentos europeos.
Pero Pradales ha ignorado que nuestro gran déficit sigue siendo que la fuerza política mayoritaria en la coalición que quedó en segunda posición en las últimas elecciones al Parlamento de Vitoria, con los mismos escaños que el PNV, Sortu, sigue sin condenar los crímenes de la organización terrorista ETA. Además de jalear a los asesinos y de reclamar su excarcelación. Esa continúa siendo la gran carencia de nuestra política. No nos engañemos ni intentemos engañar a nadie.
Esa y la intención de que algunos conocidos excargos públicos peneuvistas que cumplen condena por corrupción tengan un trato mejor que otros presos. Eso es lo que sigue causando indignación entre la ciudadanía vasca, señor lehendakari.
En las próximas semanas iremos viendo si las buenas intenciones para reconducir la crisis de nuestra Sanidad se traducen en acuerdos o si, por el contrario, las divergencias sobre la receta para lograrlo lo impiden. Da la impresión de que EH Bildu no ha querido esperar a que la mesa por el pacto arranque y se ha lanzado a exigir explicaciones al nuevo consejero del área por algunos graves problemas vividos este verano. Lo que no le ha hecho excesiva gracia al lehendakari.
Aun así, algunos comportamientos han variado. El exlehendakari Iñigo Urkullu se resistió como gato panza arriba a cesar al entonces titular de Sanidad Jon Darpón cuando se confirmó el escándalo de las oposiciones de Osakidetza. Ahora, los continuos problemas con las ambulancias contratadas por la Sanidad vasca han llevado al nuevo consejero del área, Alberto Martínez, a cesar de manera fulminante al responsable de la contratación de esas ambulancias.
Algunas cosas empiezan a cambiar. Otras no. Otegi parece tener muy muy claro que a Pradales oxígeno, el justo. O menos.
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