'Consummatum est'. La ley de amnistía, la más que discutible concesión que Pedro Sánchez hizo a los líderes del 'procés' que se saltaron gravísimamente la ley y el Estado de Derecho para mantenerse en La Moncloa, sorteó ayer en el Congreso el último obstáculo. ... En dos semanas entrará en vigor tras su publicación en el BOE. Todo un triunfo para el independentismo catalán, que ve cómo sus delitos se borran, desaparecen. Un auténtico trago para Sánchez y el PSOE, que sale de este episodio abiertamente dividido. Y una derrota más para la oposición de derecha y ultraderecha.

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Pero ayer no acabó nada, contrariamente a lo que pudiera parecer. Ahora la pugna se traslada a los tribunales. Jueces y fiscales conservadores y ultras han dejado claro que pondrán todos los obstáculos a su alcance para impedir, o al menos retrasar, la aplicación de la norma. Primer paso: tratar de evitar que las órdenes internacionales de detención contra el huido Puigdemont decaigan. Siguientes: obligar a pronunciarse al Constitucional y al Tribunal de Justicia de la UE.

Políticamente seguimos atados a la incertidumbre. No sólo eso. Cada día que pasa la situación empeora y se hace cada vez más difícilmente soportable. Sobre todo para los ciudadanos. El futuro inmediato de Cataluña continúa siendo una incógnita. ERC tiene la llave. Los republicanos deben decidir si permiten la investidura del socialista Illa o si se quedan al margen y hay nuevas elecciones. Unos comicios que serían un cara a cara PSC-Puigdemont -con posibilidad cierta de que decenas de miles de votantes 'indepes' que se abstuvieron acudan en masa a votar al expresident huido-, y supondrían otra debacle para ERC. La entente Junts-ERC-CUP diría que es casi imposible dado el odio absoluto que se profesan sus líderes. Casi.

En diez días votaremos para renovar el Parlamento Europeo. Todos los sondeos apuntan hacia una victoria en España del PP, con excepción del inefable CIS de Tezanos. Pero esas mismas encuestas indican que el PSOE ha ido estrechando al mínimo la diferencia.

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Sánchez, de nuevo, ha sabido mover las fichas: bronca con el ultra argentino Milei, reconocimiento oficial de Palestina -una década después de que el Congreso votara a favor, curioso- y visita de Zelenski. Justo lo contrario que Feijóo, que intentó ponerse de perfil en el primer caso para tener que rectificar de inmediato. Que ha visto cómo Aznar o Ayuso o Borja Sémper se colocaban muy lejos de lo que piensa la opinión pública española respecto al genocidio de Gaza. Y que se ha enzarzado en una dura pugna con sus socios de Vox -repugnante el espectáculo de ayer de los de Abascal-. Esos mismos sin los que el PP no tendría su actual poder territorial, pero a la vez los que le impiden tener mayoría para gobernar España.

De aquí al 9-J la política va a girar sí o sí sobre Begoña Gómez y el 'caso Koldo'. Quién rentabilizará qué está por ver. Así como si el Gabinete Sánchez logrará luego salir del coma, de la nada y gobernar. Seguirá dependiendo de lo que quieran los 'indepes'. ¿Se imaginan que gana el PSOE y entonces Sánchez decide disolver en busca de una situación menos precaria? ¿Improbable? Sí. ¿Imposible? Yo no firmaría nada.

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