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La Euskadi de la estabilidad y de la moderación, la que observa estos días con indisimulada envidia buena parte de la España política y mediática, tiene detrás un nombre propio, el del lehendakari Iñigo Urkullu, y tres siglas: el PNV que lidera Andoni Ortuzar, el ... PSE de Idoia Mendia y el nuevo PP vasco del exministro y exalcalde vitoriano Alfonso Alonso.
Ellos han sido los protagonistas de la principal noticia de la semana en la comunidad autónoma: el acuerdo político entre las tres formaciones para la aprobación de los Presupuestos del Gobierno vasco para 2018 y, con toda probabilidad, los de las tres diputaciones forales. El pacto ha sido posible a partir de que los jeltzales y, sobre todo, los socialistas han transigido en rebajar el Impuesto de Sociedades a las empresas, como exigían Alonso y los suyos para cambiar su voto.
Mientras, en Madrid, el Congreso ratificaba las nuevas leyes del Concierto y el Cupo consensuadas hace ya unos meses por los gobiernos de Mariano Rajoy y Urkullu como antesala a otro pacto presupuestario; el que permitió aprobar las Cuentas del Estado para 2017. Y lo hacía aún con mayor revuelo del habitual.
Por vez primera un gran partidos de ámbito estatal, Ciudadanos, de Albert Rivera, votaba en contra. Al igual que Compromís, los aliados de Unidos Podemos en la Comunidad Valenciana. Además, a las habituales protestas de buena parte de los barones socialistas, quejosos del, a su juicio, insuficiente Cupo que Euskadi abona cada año al Estado, se unía en esta ocasión la petición de explicaciones al Gobierno de dos de los principales presidentes autonómicos del PP: el castellano leonés Juan Vicente Herrera, y, sobre todo, el gallego Alberto Núñez Feijóo, uno de los aspirantes a coger el testigo a Rajoy cuando el presidente opte por dejarlo, de lo que no da muestras de tener la mínima intención.
Esos son los protagonistas del acuerdo. Quienes han ocupado esta semana las portadas de periódicos, digitales e informativos de radio y de televisión. Pero la Euskadi política no termina ahí.
El País Vasco se construye hoy a cinco voces. Dos de ellas, EH Bildu y Elkarrekin Podemos, segunda y tercera fuerza política del Parlamento de Vitoria, que suman conjuntamente 29 de los 75 escaños de la Cámara, están fuera de la mesa de los pactos.
¿Razones ideológicas? Sin duda. La izquierda abertzale de Arnaldo Otegi se ha hartado de repetir debate de investidura tras debate de investidura, discusión presupuestaria tras discusión presupuestaria, que sus postulados, su modelo económico y social, se hallan a años luz de los del PNV.
Los podemitas de Lander Martínez -en unos días veremos si es o no su próximo líder, tras la marcha de Nagua Alba- han tenido exquisito cuidado en dejar claro desde su irrupción en la vida política vasca dos cosas. Que su objetivo es expulsar a los jeltzales de las instituciones. Y que, a la hora de pactar, se ven en condiciones de hacerlo con las fuerzas de progreso (la izquierda abertzale y los socialistas), pero no tanto con el centroderecha vasco, el PNV, ni con los conservadores del PP.
Pero, además de los postulados programáticos, están los intereses de partido. O, mejor dicho, 'del' partido. El PNV mantiene a pan y agua a la izquierda abertzale, consciente de que es su gran adversario en el mundo abertzale y del país. Pero también a los podemitas, formación de la que desconfía desde su nacimiento y a la que no perdona que se presentara en sociedad anunciando que llegaba para echar a los peneuvistas de los gobiernos.
En el breve ciclo en el que Hasier Arraiz lideró a EH Bildu -el joven político alavés está hoy apartado de la primera línea por sentencia judicial- pareció que empezaban a deshelarse las relaciones con el PNV. Con Otegi -que lleva meses de pinza a los jeltzales, junto al líder de ELA, Adoldo 'Txiki' Muñoz, para que Euskadi se suba a la 'vía catalana', sin éxito- las cosas han vuelto por donde solían.
No solo. El PNV, tercera fuerza en las últimas elecciones locales en Vitoria, logró que su candidato, Gorka Urtaran, se hiciera con la Alcaldía de la capital gracias a la maniobra que lideró la izquierda abertzale de Miren Larrion contra el ganador, Javier Maroto, del PP, por unas desafortunadísimas declaraciones del político conservador contra algunos inmigrantes. Desde entonces los populares no han entrado en grandes pactos con los jeltzales en Álava. Tras el compromiso presupuestario vasco de esta semana, los conservadores ayudarán al PNV a aprobar las Cuentas alavesas, no así las del contestado alcalde Urtaran. Con ello la izquierda abertzale -de nuevo con tormenta interna por su abstención en el Cupo, lo que ha enfadado al sector de EA próximo al exlehendakari Garaikoetxea- quedará fuera de juego en toda la comunidad autónoma vasca.
En el caso de Elkarrekin Podemos su marginación podría llegar a su fin cuando se vote el nuevo proyecto de Estatuto vasco. Los jeltzales, que aspiran a lograr un acuerdo transversal antes de negociar con Madrid, observan como potenciados aliados al PSE, pero también a los morados, partidarios del derecho a decidir, no se olvide. Todo ello con del veredicto de las bases de Podemos en el proceso interno para sustituir a Nagua Alba.
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