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Se suele decir, cuando muere una persona considerada como importante, que «siempre se van los mejores», pero en realidad lo que se quiere afirmar, junto a las condolencias y las lágrimas de cocodrilo, es que los peores se quedan. La primera moción de censura que ... triunfa en la corta historia de nuestra democracia ha determinado que 1.300 personas hayan perdido su empleo. Todos los ministros cesaron anteayer y el presidente, Mariano Rajoy ya no durmió en la Moncloa. A su salida hay que unir la de cerca de 1.300 personas que trabajan en ministerios o entidades públicas y organismos autónomos. Es una versión actualizada de la España que retrató Benito Pérez Galdós, que era tan bueno o mejor que Balzac. Anteayer, sin ir más lejos, el líder de Podemos ha dicho que no entrará en el Ejecutivo de Pedro Sánchez hasta que se aclaren algunas cosas, pero la espera no tiene compás.
La transición ha sido la más veloz de la democracia y todos los ministros dejaron de dormir en la Moncloa, que era su sueño dorado, y ahora se perturban porque lo que se mueve es la cama. ¿Será verdad que todo tiene que ir peor para mejorar en parte? Mientras, se habla de la maldición de la Moncloa. La espoleta, según dicen los expertos en voladuras, ha sido el 'caso Gürtel', pero lo más importante ahora es que Pablo Iglesias esté dispuesto a entrar en la oposición si no entra en el Gobierno que preside Pedro Sánchez. A todo esto, los empresarios y la banca lo que piden es que no se revierta la reforma laboral. La llamada 'agenda social' tiene los días contados, pero hay que contarlos uno a uno, sin hacerle trampas. El nuevo presidente tiene solo unos días para formar Gobierno. Tres o cuatro, que si bien se cuentan, no son pocos.
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