
Incluso sin leer el acuerdo entre el PSOE y el PP para renovar, por fin, el Consejo General del Poder Judicial podría concluirse que es ... un muy buen acuerdo. Basta con escuchar las reacciones del resto de partidos, de formaciones como Vox y Podemos, para cerciorarse de que los dos grandes partidos de Estado han actuado, por fin, como tales pactando entre diferentes y aunando a una gran mayoría del Congreso de los Diputados, consolidada en las últimas citas electorales tras la irrupción, hace ya una década, de una 'nueva política' agonizante.
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Esta es, a vuelapluma, la primera gran conclusión de un pacto que podríamos calificar de «histórico» por lo mucho que ha costado alcanzar y el enorme daño que se ha hecho a la imagen del país durante estos más de cinco años de travesía del desierto. El sonrojo que ha supuesto que la Comisión Europea haya tenido que mediar para que los partidos cumplan con su obligación quedará para los anales y debería hacer reflexionar a aquellos que luego se llevan las manos a la cabeza cuando comprueban que el populismo ha dejado de ser una amenaza para formar parte de nuestro día a día.
Este martes, por fin, PSOE y PP, PP y PSOE, han actuado con responsabilidad, sí, pero no menos cierto es que viendo el contenido literal del acuerdo a uno no le queda más remedio que entonar aquello de '¿y tanto para esto?'. El sainete que ha supuesto la renovación del CGPJ es la mejor metáfora de la sucesión de accidentes que han marcado el último lustro de la política española y la grave irresponsabilidad en la que han incurrido todos estos años los dos grandes partidos del país.
En este juego de culpas, el PSOE acusa al PP de no aceptar las reglas del juego cuando les toca estar en la oposición (¿si tan importante era cambiar el método de elección de los jueces por qué no lo hizo Mariano Rajoy aprovechando su mayoría absoluta?), mientras el PP, por su parte, denuncia el afán de Pedro Sánchez por colocar a cargos afines socialistas en las principales instituciones del Estado. Si la virtud de un pacto está en el punto medio, es evidente que ambos partidos tienen parte de razón en sus argumentarios.
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Lo dicho, seguro que el acuerdo es mejorable, que debería haber llegado hace cinco años y no se cuántas cosas más, pero tal y como está el panorama, bienvenido sea. El simple hecho de que dos partidos tan antagónicos como este PSOE y este PP se hayan puesto de acuerdo en algo es cuando menos positivo. Y si partidos como Vox y Podemos critican el acuerdo, la conclusión es clara: es un buen acuerdo.
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