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Es lo que tiene la cacareada geometría variable ideada por José Luis Rodríguez Zapatero, que llega un momento en el que no puedes contentar a todos por igual. Y este martes, Pedro Sánchez fue víctima de la geometría variable. El Gobierno de España, obligado por ... el resto de países de la Unión Europea, tuvo que decidir entre papá y mamá, y el Ejecutivo no ha dudado en posicionarse: Cataluña, todo por y para Cataluña. ¿Y Euskadi? ¿Y el euskera? ¡Bah! Si total ellos, léase el PNV y EH Bildu, no se van a atrever a decir que 'no' a la investidura, la clave de todo es convencer a Junts, sobre todo, y a Esquerra. Así que objetivo cumplido, pensarán en Moncloa.
Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos pero el martes, con su decisión, Sánchez se ha metido en un buen lío. Porque conviene no olvidar que los votos de Junts y ERC son tan indispensables para que siga en La Moncloa como lo son los de Bildu y el PNV. Y aunque la izquierda abertzale ya ha dicho que le apoyará 'gratis et amore', este tipo de situaciones no gustan nada en Sabin Etxea.
El Consejo de Asuntos Generales de la UE debatió la propuesta española para que el catalán, el euskera y el gallego sean también considerados lenguas cooficiales en el seno de la Unión y se unan a los 24 idiomas oficiales que se usan en la actualidad. La propuesta fue defendida por el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en funciones, José Manuel Albares, que lleva en el cargo desde verano de 2021 pero que hasta ahora no había mostrado el menor interés en hacerlo. Todo lo contrario.
Si ha habido algún partido que ha apretado en este sentido ha sido el PNV y siempre se ha topado con un portazo a modo de respuesta al considerar, o eso decía Albares, que era poco menos que imposible. Eso, claro, antes de las elecciones del 23 de julio. Desde entonces, es una prioridad absoluta. Lo exigió Carles Puigdemont y el Gobierno, a cambio de intentar recabar el 'sí' de los siete diputados de Junts, se puso manos a la obra.
Guste o no, se trata de una decisión política completamente legítima. El problema es que en Bruselas no importa lo que se prometa en los pasillos de Madrid. En Bruselas, todo es orden. Todos sabían, incluso el propio Albares, que aprobar la cooficialidad del catalán, el euskera y el gallego en la reunión de este martes era una quimera. Bueno, en la del martes y en todas las que vendrán. A lo que aspira España es a que la petición se tramite, pueda 'vender' el logro de que se está tramitando y, después, sentarse y esperar. Seamos realistas. El tema, como tantos otros, está condenado a dormir el sueño de los justos en un cajón del Justus Lipsius, la flamante sede del Consejo Europeo (institución que reúne a los Veintisiete).
El problema es que Sánchez no contaba con tener que elegir entre una de las tres lenguas. Y sí, lo ha hecho. Ni por aita ni por ama. Ha apostado por Cataluña, por el catalán. Y sí, se ha metido en un buen lío.
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