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Una ola de indignación prendió ayer en la plantilla de la Ertzaintza. Sobre todo, entre los más veteranos de la Policía autonómica. Los que se acostumbraron a mirar los bajos de sus automóviles, tuvieron que mudarse a localidades limítrofes con el País Vasco o patrullar ... con el verduguillo para ocultar su rostro. Esta agresión en 'la Cuchi' (como se conoce a esta calle del Casco Viejo vitoriano) les recordó aquellos pasajes negros de la historia del País Vasco y no tan antiguos.
La agresión provocó además una salida en tromba de los sindicatos de la Ertzaintza. Euspel, el primero en condenar tras conocerse el ataque, subrayó que «por mucho que algunos se empeñen en hablar de este acoso como algo del pasado, la realidad demuestra que sigue muy presente para una minoría».
Erne, la central mayoritaria en este cuerpo, manifestó su «total condena a los agresores y nuestro apoyo incondicional al compañero». En este punto agregaron: «Exigimos a la Fiscalía y a la judicatura que nos traten igual que si les hubiese pasado a ellos».
Esan, la segunda fuerza sindical en la Ertzaintza, mostró similar contundencia. «Sepan quienes pretenden aislar socialmente a los hombres y mujeres que componemos la Euskal Polizia que no lo conseguirán. Esan estará siempre frente a ellos y no cejará ni un segundo en su defensa. Son grupúsculos sectarios, antisociales y totalitarios, sin ningún arraigo, ni respeto por una institución surgida del pueblo como la Ertzaintza. La respuesta debe ser unitaria de todos los agentes sociales y políticos de Euskadi».
El Sipe, otro de los sindicatos de este cuerpo, puntualizó que «estos actos de persecución y acoso son realizados por indeseables que no representan a la mayoría del sentir de la ciudadanía vasca. Por cierto, agresiones como la de ayer (domingo) son la consecuencia de blanquear a delincuentes».
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