
Abrazos y lágrimas en la cancha
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El mítico frontón Atano III acogió a 1.800 militantes y simpatizantes en un acto cargado de simbolismo que mezcló tradición con modernidadCelebrar la Asamblea General en un frontón, y no en cualquiera sino en el Atano III, era la muestra de que el PNV quería marcarse ... un tanto. Un baño de autoestima que sirviera a la fuerza política hegemónica en Euskadi para reivindicarse en un momento histórico delicado y cargar las pilas de cara a una nueva etapa. Y, a la vista del resultado, los organizadores pudieron respirar tranquilos. Porque la familia jeltzale, autobuses mediante, respondió al toque a rebato y dejó pequeño el recinto donostiarra. Fueron cerca de 1.800 los afiliados y simpatizantes que acudieron.
El acto que puso el broche a la IX Asamblea General estuvo marcado por la emoción, como no podía ser de otra manera. No siempre se despide a un presidente del EBB con la trayectoria de Andoni Ortuzar, que se llevó importantes ovaciones cerradas. El punto álgido se vivió con el traspaso de la makila a Aitor Esteban, momento en el que ambos dirigentes se fundieron en un abrazo. El gesto trató de escenificar un cierre de filas entre ellos, aunque se pudo detectar cierta frialdad y luego cada uno abandonó el frontón por su lado. Hoy volverán a coincidir en Sabin Etxea en la comida entre las direcciones saliente y entrante.
No fue, en todo caso, el único abrazo de la jornada, ya que la cita sirvió para todo tipo de reencuentros. No se abrazaron pero sí se estrecharon la mano como muestra de reconciliación el diputado general de Álava, Ramiro González, y el alcalde de San Sebastián, Eneko Goia, tras su sonado enfrentamiento público por la conexión del TAV con Navarra. El primer edil donostiarra recurrió a un clásico del manual político, el de la malinterpretación de sus declaraciones, para aclarar que no quiso llamar «egoísta» a su compañero de partido, sino a su «actitud» en defensa de la vía de Vitoria en detrimento de la de Ezkio-Itsaso.
La emoción también se manifestó en forma de lágrimas, aunque éstas se quedaron en la cancha, entre los más cercanos a Esteban y Ortuzar. Ninguno de los grandes protagonistas rompió a llorar en el escenario, ni siquiera cuando recibieron sonoras ovaciones del público, aunque sus ojos estuvieron vidriosos en casi todo momento. Luego, una vez retirado el atril y cantado el 'Gora ta gora', se dejó paso a las sonrisas en una especie de 'photocall' en el que los presentes se quisieron inmortalizar junto al nuevo presidente del EBB.
Más allá de las emociones, el acto mezcló tradición con modernidad para reivindicar los casi 130 años de historia del PNV. Comenzó con un vídeo que recordaba hitos vividos por los jeltzales en el propio Atano III, como cuando el gudari Joseba Elosegi se quemó a lo bonzo y trató de arrojarse sobre Franco. Pocos minutos después se dio paso a una versión de 'Lau teilatu' interpretada por Demode Quartet y luego llegó una inesperada fusión del tradicional aurresku con el arte de percusión vocal del 'beatbox'.
Como colofón al acto, los organizadores revelaron la «sorpresa» que llevaban días anunciando y que resultó ser una gran lona para evocar la trayectoria del PNV desde su fundación en 1895 y la idiosincrasia vasca. Desde Sabino Arana y los balleneros, pasando por la pelota y la bertsolaritza, hasta llegar a un operario industrial en la cadena de montaje de un coche.
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