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Se cumple un año del 28-A, de aquel último domingo de abril que pudo cambiar de forma radical el entramado político que hoy vertebra el país. PSOE, 123. Ciudadanos, 57. Una mayoría sólida de 180 escaños que despertó un indisimulado entusiasmo tanto en Bruselas ... como en las grandes cancillerías europeas. Bastaba con recuperar aquel acuerdo firmado el 24 de febrero de 2016 por Pedro Sánchez y Albert Rivera para llegar juntos a La Moncloa, reeditar aquel 'pacto del abrazo' que tres años después resultó imposible. «Fue un momento histórico. Iba a ser el primer gobierno de coalición de la democracia. Socialdemócrata, liberal, europeísta... Faltó estadismo y sobró cortoplacismo. Un gobierno con 180 escaños que podía haber hecho las reformas necesarias sin depender de los nacionalismos periféricos... Sólo el tiempo demostrará el gravísimo error que se cometió», confiesa un destacado exdirigente de la formación liberal.
Ciudadanos es, quizá, el mejor hilo conductor para explicar e intentar comprender qué ha pasado en la política española durante el último lustro. La formación liberal es el engranaje clave de lo que fue y ya no es, de lo que pudo haber sido y nunca fue. De los coqueteos iniciales con Sánchez y el posterior matrimonio con Rajoy, se pasó al divorcio con el PP y a una hostilidad a cara de perro con el líder socialista que acabó con Rivera escribiendo sus memorias con apenas 40 años. Su esquela política la escribió él mismo el 11 de noviembre, 24 horas después de haber perdido tres millones de votos y 47 escaños. De 57 a 10 en apenas seis meses. El fracaso era esto.
«En un año ha pasado de ser un partido que podría haber garantizado un gobierno con mayoría absoluta de la mano del PSOE, a ser un partido que ni siquiera se puede considerar bisagra de nada», explica María Silvestre, doctora en Ciencias Políticas y Sociología, y directora del Deustobarómetro.
La secuencia temporal es clarificadora. A finales de 2015, con el bipartidismo en horas bajísimas por el coste político de la gestión económica de la Gran Recesión, Albert Rivera es el político mejor valorado por los ciudadanos, según el CIS. A comienzos de 2018, los sondeos sitúan a Cs como el partido con mayor intención de voto superando en cuatro y cinco puntos a PP y PSOE, respectivamente. Ciudadanos era el partido de las encuestas, siempre arrasaba, pero luego llegaban las urnas, las de verdad, y todo era diferente.
El 28-A fue el punto de inflexión. Alguien convenció a Rivera de que podía superar al PP y convertirse en el gran líder del centro derecha español. En aquellas elecciones, se convirtieron en la tercera fuerza del Congreso, a menos de un punto y a sólo nueve escaños de los populares. «Hubo un exceso de ambición. Albert estuvo muy mal asesorado», coinciden varios exdirigentes. «¿Qué íbamos a hacer? ¿Todo lo contrario que había dicho en campaña? Tuvimos cuatro millones de votos y 57 escaños defendiendo la bandera del 'no es no' a Sánchez. Fuimos el único partido que siempre ha dicho la verdad en campaña y el que más lo ha pagado», aseguran fuentes de la formación. «¿Cuántos líderes dimiten tras una noche electoral? Hasta en eso somos diferentes al resto de partidos», apostillan en su defensa.
Todas las miradas de aquella noche de abril de hace un año retrocedieron al 'pacto del abrazo' suscrito tres años antes. Un acuerdo de 200 medidas sociales, políticas y económicas que bendijeron con solemnidad Sánchez y Rivera pese a ser muy conscientes de que era un brindis al sol. Sólo sumaban 130 escaños, los mismos que, paradójicamente, siguen sumando hoy. ¿Qué se rompió?
«La relación personal entre ambos era malísima, horrible. No se soportaban», coinciden en señalar políticos de diferentes partidos que trataron con ellos. «A Rivera le ocurrió algo parecido que a Iglesias. Quisieron asaltar los cielos pasando por encima del PP y del PSOE, pero el bipartidismo no sólo resistió, sino que ahora se está fortaleciendo», asegura un exministro socialista. Eso sí, Iglesias es hoy el vicepresidente que pudo ser Rivera. «Fueron muchos los que le dijeron a Albert que si tanto 'miedo' tenía a Sánchez, la mejor forma de atarlo en corto era estar en el Consejo de Ministros. Sánchez no sólo quería, estaba encantado con esta opción. Hasta pidió a Macron que presionase para convencer a Rivera», recuerdan las fuentes consultadas.
Aquel abrazo imposible provocó una repetición electoral el 10 de noviembre que reeditó el bloqueo y certificó el hundimiento de Ciudadanos. Sánchez buscaba seguir en Moncloa pero quizá no como lo hace, con un Gobierno de coalición junto a Podemos. El nuevo abrazo, el 12 de noviembre, se lo dio con Pablo Iglesias. En 48 horas, ambos hicieron lo contrario de lo que venían diciendo. Justo un día antes, Rivera se marchaba de la política.
Ciudadanos está ahora liderado por Inés Arrimadas, que buscará convencer a esos tres millones de españoles que hace un año votaron al partido liberal y que luego, en sólo seis meses, se marcharon dando un sonoro portazo. ¿Qué hacer? María Silvestre lo tiene claro: «Su estrategia debería ser tratar de reconquistar el centro político, pero en su actual situación de debilidad, su éxito o su fracaso va a depender de cómo se sitúe ideológicamente el PP», explica. «La batalla estará perdida si el Partido Popular deja de competir con Vox, abandona los postulados de la extrema derecha y trata de recuperar la centralidad y la moderación política», asegura la doctora en Ciencias Política. También hay vías como la vasca, donde van a ensayar la coalición electoral sumando ambas siglas,
En su último barómetro de abril, el CIS sitúa a Ciudadanos como el partido preferido por los españoles en caso de no poder votar a la formación a la que van a darle su apoyo. Es el único asidero al que aferrarse para subirse al tren que perdieron con aquel abrazo imposible del 28-A.
Sólo sumaban 130 escaños El 'pacto del abrazo' firmado en febrero de 2016 por Rivera y Sánchez contemplaba una batería de 200 medidas.
Futuro Ciudadanos es el partido preferido por los españoles como segunda opción, según el último barómetro del CIS.
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