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Como les ocurre a los ertzainas y policías locales, los casi 2.000 trabajadores y presos de las tres cárceles vascas también recibieron la primera dosis de AstraZeneca. Las vacunas se inocularon hace ya varias semanas. A los cerca de 700 presos de Zaballa, por ... ejemplo, se les inyectó en una jornada. Tras esa fase de incertidumbre similar a la sufrida por agentes y profesores, ya han comenzado las primeras citaciones. «Algún compañero que vive fuera de Euskadi ya ha hecho gestiones por su cuenta para que le terminen el proceso en su ciudad».
¿Y los internos? En Zaballa, el centro más grande con unos 700 presos, retomarán las inyecciones de vacunas «la semana que viene con la administración de la segunda dosis y con la primera dosis a aquellos que no fueron vacunados en marzo». La misma pauta se seguirá en Basauri y Martutene. En la actualidad, alrededor de 700 funcionarios dependientes del Ministerio del Interior se reparten por los tres centros penitenciarios. Su edad media fluctúa entre los 47 y 50 años. «Hay mucho compañero que en pocos años se jubilará. Igual el Gobierno vasco se encuentra con que tiene que convocar una OPE antes de lo que piensa», barrunta otro trabajador con más de una década en tierras vascas.
¿Y el euskera? «Pocos lo saben, pero te puedo asegurar que entre nuestros clientes apenas se habla. E incluyo a los etarras», dice otro. «En julio está previsto un concurso general de traslados con plazas para toda España. Se resolverá tras octubre. Veremos cuántos se apuntan», aclara un empleado penitenciario. Éste es de los que vive a bastantes kilómetros de su lugar de trabajo. «Me lo estoy pensando», matiza.
¿Y la población reclusa en Euskadi? ¿Cuál es su perfil? Según el último informe anual de la Administración General del Estado, correspondiente a 2019, el 43% de los hombres presos tiene entre 41 y 60 años. En las mujeres prácticamente se da el mismo porcentaje. Aunque han tenido casos de hasta nonagenarios. En Zaballa «ahora hay un interno prácticamente ciego al que ayudan otros. Él está a gusto y sus ayudantes aprenden a sentirse útiles», cuenta otro funcionario. «Fuera se piensa que esto es un resort y para nada. Pasar una sola noche en una celda es muy duro. De ocho de la noche a ocho de la mañana dispones de apenas cuatro metros cuadrados para caminar».
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