Lo que vive en el río

No solo los árboles, sino también las especies que vivían en las proximidades de los ríos, en las orillas o en el agua, fueron cambiando también. Unas desaparecieron, otras llegaron (siguen llegando, de la mano de personas que se deshacen de mascotas en hábitats que no les corresponden). Y para conocer este relato y parte del trabajo de recuperación de algunas especies de flora y de fauna que desde hace años realiza en la comarca la Fundación Naturaleza y Hombre –una organización dedicada desde hace dos décadas a la conservación del Medio Ambiente–, hay que visitar el Ecomuseo de las Montaña y las Cuencas Fluviales Pasiegas.

El centro está en la localidad de Liérganes, frente al Ayuntamiento y a solo unos pasos del río Miera, y en las dos plantas hay tanto animales vivos, en acuarios en la primera planta, como paneles y maquetas a tamaño real en la segunda. Y también personas que cuentan historias, las del paso del tiempo y todo lo que podemos hacer para intentar recuperar un ecosistema. No solo el de los Valles Pasiegos, ya que la información hace referencia a otros lugares del norte peninsular.

La visita se puede realizar a solas, hasta el 30 de septiembre cualquier día de la semana en horario de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 21.00 horas (a partir de octubre y hasta enero, fines de semana y festivos). Existe una modalidad guiada por el mismo precio que la anterior (3,50 euros menores de 14 años y jubilados, 6 los adultos), perfecta para escuchar ese relato de la pérdida y la conservación, para hacer preguntas y entablar debates, para saber qué puede hacer cada cual para proteger el entorno. Se hacen a las 11.30, 16.30 y 18.30, y es posible concertarlas también, para grupos de 15 personas o más, en los meses en los que el centro no abre todos los días.

La pareja de nutrias que vive en el Fluviarium es uno de los reclamos, a la gente le gusta ver cómo las alimentan (sobre las 12.30, 17.00 y 19.30). No son autóctonas del Miera, sino migrantes llegadas desde una fábrica de pieles lejana. Hay otras especies, muchas, más de una veintena; las hay de agua dulce y de agua salada, de cerca y de lejos, invadidas e invasoras. Esturiones, tortugas de Florida, salmones, carpas koi, anguilas, lubinas y doradas, centollos, anémonas, caracolas y erizos de mar, langostas y nécoras ... Hasta ejemplares de mariposa pavo real, una que revolotea por la zona y que se caracteriza por ser de las pocas que hibernan.

En la planta de arriba hay animales de los bosques. Bueno, al menos reproducciones a tamaño real que suelen sorprender a los más pequeños porque parecen de verdad. El museo es aquí una maqueta a tamaño real de la montaña, para explicar de la mejor manera posible el ecosistema y el modo de vida de los pasiegos. Un jardín exterior sirve para conocer algunas especies de flora y para hablar también de reforestación, parte importante del trabajo de la Fundación. Ya solo queda acercarse al río Miera con ilusión para intentar ver algún animalillo de los que viven en los acuarios del Fluviarium.