Tres paseos con mucha historia por Vitoria

Para acudir a este paseo no hace falta leer el libro. «Hay gente que lo ha hecho y plantea preguntas, pero he de andar con tiento para no hacer 'spoilers' porque algunos se acercan a la novela tras la visita y la agradecen como introducción al ambiente». Basta apuntarse y escuchar curiosidades como las referentes a indumentarias. «Con las crinolinas de entonces no habría problema para mantener la distancia de seguridad sanitaria», bromea. O sobre aquella innovadora ciudad, «con una de las primeras cárceles celulares, creada en 1820».

Reservas 945161598 y vitoria-gasteiz.org. 1.30 horas. 6 euros.

Los cementerios proyectan oscuridad en algunas personas, pero si profundizas en su historia una luz nueva ilumina los contornos. El de Santa Isabel, en Vitoria, es un estallido de brillo patrimonial, urbanístico, cultural y floral. «Quien entra en él disfruta de un museo al aire libre, un archivo histórico y un jardín con mensaje», advierte Marta Extramiana, guía de esta visita. Creado en 1808, todavía funciona. «Surgió extramuros, repleto de monumentos y adornado de plantas que incitan a la esperanza y la fe en la inmortalidad del alma, porque los cedros recuerdan el olor de los santos y la hiedra facilita el abrazo entre vida y muerte, naturaleza y piedra».

Dentro existen panteones destacados por su calidad escultórica y por la identidad de quienes allí descansan. Figuras como Ignacio Hidalgo de Cisneros, «personaje poco conocido por los vitorianos, militar que se declaró en rebeldía durante la Guerra del Rif, contrario al uso de armas químicas, que consiguió al escribir un artículo su prohibición en la contienda; un defensor de la República al que Alberti dedicó un poema». Gente como el músico Sebastián Iradier, compositor de espíritu aventurero. El general Loma, héroe de Las Encartaciones y defensor de la lucha obrera, «a pesar de su rango». O Julián Zulueta, conocido como 'El negrero' por dedicarse al tráfico de esclavos, «muy inteligente, pero sin escrúpulos». En el ámbito artístico destacan la cripta-panteón de Julián Zulueta hijo y la de los Rossi «que encandila con sus efigies». O los «melancólicos ángeles» de los García Salazar. Iconografía y detalles aparecen en la ruta. Conversaciones sobre el poeta Esteban Urkiaga, Lauaxeta, y el médico Alfredo Espinosa, consejero de Sanidad del primer Gobierno vasco, que hoy presta su nombre al hospital de Urduliz, ambos fusilados. Entre otros asuntos.

Información 945161598. 1.30 h. 6 euros. vitoria-gasteiz.org.

Visita libre para conocer el paso de los hermanos Bonaparte, José I y Napoleón, por Vitoria, rememorando la ocupación francesa de la ciudad durante la Guerra de la Independencia. Por entonces, la Plaza de España –primera parada– acababa de construirse en estilo neoclásico. En el ayuntamiento se alojaría Fernando VII camino de Bayona, donde Napoleón nombraría a José monarca de España. Aún hoy, a las seis de la tarde, el carillón del reloj toca 'La Victoria de Wellington', compuesta por Beethoven. En Los Arquillos cortaron las riendas al carruaje del rey Fernando para que fuera llevado al exilio.

Nueva visita: Monumento a la Batalla, en la Plaza de la Virgen Blanca, donde esculpieron a los contendientes. José I se alojaría en el siguiente destino, el Palacio de Montehermoso (XVI). Enamorado de su dueña, Pilar Acedo, lo compró en 1808 y ejerció como sede de la Corte josefina y escenario de una entrevista entre los hermanos. Otro palacio, el de Escoriaza Esquivel (XVI), funcionó como sede de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.

La Casa de los Echanove (XIX) alojó el mariscal Jourdan aquejado de fiebres la víspera de la Batalla de Vitoria; además acogió la primera administración común de las tres provincias vascas, creada por los franceses en 1810 como Prefectura del Cabo Machichaco. Sigue hasta el Palacio del Marqués de la Alameda (XVIII), por donde pasaron Humboldt o Jovellanos. Después al de los Álava-Esquível (XV), casa del General Álava. Fíjate en el reloj de la fachada oeste, perteneció a un navío inglés en 1782. Tras la guerra erigieron el palacio de la Diputación Foral (XIX), lo vigila la estatua del general. El Museo de Armería guarda pistoleras de José I y el juego de té de Wellington.

Acaba en la Casa de Napoleón, 'Etxezarra', que veló sus sueños en noviembre de 1808, tras la derrota de Bailén. Allí decidió la estrategia para recuperar el poder. «Hic Napoleón I Imperator habitavit anno MDCCCVIII», pone en su fachada. Admira su retrato en el balcón.