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Los asuntos que tienen que ver con el paladar no solo ofrecen la experiencia gastronómica o enológica, también la turística. Son muchas las propuestas que nos acercan al campo o al mar para conocer algo más de quienes nos alimentan, pero elegimos cuatro planes cercanos ... en los que todo el mundo se divierte, aprende... y come.
Leza (Álava)
Bodegas Lozano oferta 'El juego de los aromas', que arranca con visita en la que conocer los recovecos de esta casa del vino situada en la localidad alavesa de Leza, desde el viñedo experimental hasta el botellero histórico. «Descubriremos incluso los secretos de elaboración de los corchos, aunque lo más importante es jugar a identificar diferentes aromas de la mano de una actividad divertida y didáctica», explican los organizadores. Accesible, además, si hablamos de economía, porque cuesta 18 euros a los adultos y 9 a los peques que reciben un kit de bienvenida con pasatiempos y botellas para diseñar junto a su etiqueta, corcho y cápsula.
La cita dura una hora, por aquello de que los infantes logren mantener la concentración sin alargar el asunto e incluye una degustación de mosto para niños, de tres vinos para adultos y maridaje con productos Kilómetro 0. Está disponible de lunes a viernes, a las 11.00 y 12.30 horas, o los sábados y festivos, a las 11.00. Da a conocer la labor de una empresa que comenzó en 1853, cuando la familia Lozano plantaba sus primeros viñedos en Villarrobledo, principalmente de la variedad Airén, autóctona de la zona. «Cuatro generaciones han abanderado un continuo camino de aprendizaje. Nuestro testimonio es el compromiso y un homenaje al esfuerzo, al trabajo y la tenacidad», aseguran.
Aramaio (Álava)
Encuentro dulce con las abejas, esos seres extremadamente organizados que funcionan en equipo para servir a su reina. «La visita dará a conocer su apasionante mundo y las funciones de cada individuo enfocadas a la supervivencia de la especie, así como su sistema de comunicación. También se charla acerca de las propiedades de los productos fabricados gracias a ese trabajo, como la cera, la miel, el polen, la jalea y el propóleo. Hablamos de las abejas y del ecosistema», lista Juan Mari Arriolabengoa.
'Apicultor por un día' es el nombre de esta propuesta que arranca de la mano de Aldeko Eztia, en Aramaio. Asistirás al espectáculo que supone ver las herramientas utilizadas para el manejo de la colmena y cómo se extrae la miel. «Observaremos el interior de la colmena y cataremos mieles acompañadas de avellanas, nueces, almendrucos, sidra y zumo de manzana», especifica. La actividad, que se desarrolla en un antiguo molino de principios del siglo XIX, nos sumerge en una práctica milenaria que aún permanece viva en Aramaio y Gorbeia, donde las abejas recorren todos los rincones naturales de ambos valles.
La experiencia puede realizarse de mayo a octubre, de lunes a domingo a las 11.00 y a las 16.00 horas, con cita previa. Vale 8 euros y los menores de 6 años entran gratis. Eso sí, hacen falta 6 personas mínimo para realizarla, así que llévate a los primos o los vecinos. Resumiendo, por si alguien se ha perdido entre los datos: visita guiada a las colmenas y taller de extracción de miel con exhibición de abejas en sus panales y explicación del mundo de las abejas acompañada de degustación de miel. ¿Queda claro?
San Sebastián (Gipuzkoa)
Cambiamos para llevar a la chavalería de pesca. La Kofradia Itsas Etxea de San Sebastián programa los sábados la actividad Izan Arrantzale pensando en ellos. Si quieres que tus hijos sepan todo sobre la de bajura y acercar el mar de una forma lúdica, esta es tu elección. «Aprenderán aspectos relacionados con el medioambiente marino», explican desde el grupo. Los interesados deben acercarse hasta el puerto de 10.00 a 14.00 horas, para vivir una mañana completa en contacto directo con la naturaleza y el mar. «Además, en caso de que la meteorología no lo permita, tenemos a nuestra disposición nuestras instalaciones, las de Euskal Itsas Museoa y otras actividades diseñadas para desarrollar en el interior», especifican. Vamos, que siempre habrá algo que hacer.
Entre lo que allí se cuece puedes apuntar: preparar aparejos, ir de pesca, completar experimentos marinos, cocinar y realizar manualidades. Por supuesto, se incluyen los materiales, y los niños de 6 a 12 años, a quienes se dirige la cita, pueden apuntarse en castellano y euskera. La fecha prevista para junio es el 25. Antes de ir adelantan algunos temas sobre los que hablar, como que «las especies principales de las que viven los pescadores vascos son la anchoa del Cantábrico, el verdel, el bonito del norte y el atún rojo».
O que siempre se han utilizado las técnicas que «mejor tratan el pescado para asegurar así su calidad óptima; técnicas que garantizan la sostenibilidad de los caladeros y el mantenimiento de los recursos marinos, porque si en algo se diferencia la pesca vasca es en la selectividad y sostenibilidad de las artes de pesca», matizan.
Haro (La Rioja)
El aroma es también parte importante de esta experiencia, aunque se trate de matices de olor diferentes. Los amantes del queso salivan solo con olerlo, así que la boca se volverá líquida en esta quesería que aguarda a los visitantes en Haro. Allí observarán el proceso de elaboración al completo, «durante un recorrido por las instalaciones en el que aprender nuevos aspectos sobre el apasionante mundo del queso», afirman desde Los Cameros.
De queso camerano va, precisamente, la historia… y tiene mucha. Desde el siglo XVIII, la cría y explotación del ganado caprino ha supuesto una de las principales actividades en la sierra riojana. «Tras instalarse en Haro los monjes del monasterio de Herrera, la presencia del ganado será motivo de pleitos entre religiosos y propietarios de viñedos por el daño que causaban las cabras en este tipo de cultivo», narran. El caso es que nada pudo detener el nacimiento de un estilo de vida diferente.
«La sociedad camerana se organizó en torno a instituciones como la Mesta, a actividades como la trashumancia y a costumbres, folclore y gastronomía vinculados a las tareas ganaderas y pastoriles», agregan. Una de ellas es la elaboración del queso. «En una economía de subsistencia y trueque, era un producto esencial para el sustento de familias; el fresco para consumo en temporada y el curado de reserva para épocas de menor producción», señalan.
La visita se desarrolla los viernes a las 10.00 horas y los sábados a las 10.30, durante hora y media. Cuesta 18 euros a adultos y 10 a niños entre 6 a 11 años. Para acabarla, degustación de productos. Conocerás así la labor del matrimonio formado por Jesús Martínez y Justa González, que en 1961 fundaron la quesería riojana.
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