Una moneda de plata para viajar al pasado
Zestoa (Gipuzkoa) ·
Una visita teatralizada al Palacio Lili permite volver al siglo XVII y descubrir a la nobleza vascaSecciones
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Zestoa (Gipuzkoa) ·
Una visita teatralizada al Palacio Lili permite volver al siglo XVII y descubrir a la nobleza vasca¡Pasad, pasad! Supongo que os mandan porque sois el nuevo servicio. Dadme una moneda de plata para que sepa que no sois unos impostores». De esta manera comienza la visita teatralizada al Palacio de Lili, en la localidad guipuzcoana de Zestoa. Media hora de ... representación en la que el visitante podrá viajar al pasado, en concreto a 1678, cuando el serio edificio de piedra dejó de ser un estandarte de la nobleza vasca para entrar en crisis por un vergonzoso episodio del que dará cuenta la propia señora de la casa, Magdalena de Amilibia, también conocida por Andre Maddalen. El recorrido, permite conocer la forma de vivir de aquellas gentes, sus preocupaciones y la manera que tenían de ganarse la vida quienes gobernaban la comarca, en pleno auge de las ferrerías y la construcción de barcos de madera salida de los bosques a ambos lados del Urola.
Distancia desde Bilbao o Vitoria se tarda unos 50 minutos en llegar por autopista.
El corto itinerario por el edificio, probablemente algunos visitantes querrían un espectáculo algo más largo, atraviesa por las caballerizas, por el patio interior que dejó de existir cuando los dueños abandonaron el palacio para alquilarlo como caserío, sube hasta los aposentos de Andre Maddalen, cruza por el hueco en el que se guardaban ballestas, lanzas, espadas y armaduras, y acaba en el enorme comedor con contraventanas de fino hierro en el que uno se puede imaginar cómo se preparaban los festines en un fuego bajo, cómo la señora de la casa cantaba nanas a sus hijos y cómo el bullicio de los huéspedes llenaba la estancia de algarabía y risas. Pero a la vez, la historia que cuenta la protagonista -hay tres actrices que se turnan de marzo a diciembre- permite, sobre todo, a los más jóvenes, ya adolescentes, descubrir una época en la que el honor valía casi más que las posesiones.
Pero la visita no deja de ser una excusa para recorrer una localidad guipuzcoana que esconde innumerables secretos. Los de un pasado más lejano donde la ciudad conformó el Camino Real del que salían las materias primas de sus minas y sus bosques, o los tiempos en los que las calles se llenaban de visitantes que acudían a sus aguas termales -lo siguen haciendo no se vayan a pensar ustedes, que las propiedades de sus manantiales se conocen prácticamente desde los tiempos en que los señores de Lili dominaban estas tierras-.
El visitante que goce de tiempo puede también viajar aún más en el tiempo y adentrarse en la prehistoria. Las cuevas de Ekain revelan que en este valle hombres y mujeres se asentaron hace más de 15.000 años. Así queda reflejado en unas cavidades en las que se veneró al caballo, con una treintena de pinturas en sus paredes, pero donde también hay imágenes de bisontes y osos. La gruta original no está abierta al público -el paseante podrá caminar si lo desea hasta la entrada cerrada con una verja en medio de un prado en el que pastan precisamente caballos- pero en 2008 se inauguró una réplica que permite revivir el sonido y hasta el olor del original. La instalación cuenta, además del recorrido circular por la cavidad, con exposiciones y actividades para grandes y menores como talleres de pintura al estilo homo sapiens o de caza con utensilios de madera como hacían nuestros antepasados primitivos.
La zona también se abre a diferentes itinerarios a pie en los que disfrutar verdes prados y frondosos borques. Unas rutas en las que puedes coincidir con grupos de jubilados llegados desde Alicante o parejas aterrizadadas desde Nueva York interesadas por la cultura y la gastronomía vasca.
Toda una experiencia con mil matices. ¡Ah! Se me olvidaba. No es necesario que el visitante tenga que volverse loco en encontrar una moneda de plata antes de viajar a Zestoa. Las entregan en la oficina de turismo del municipio junto a la entrada. Aunque si uno se la quiere quedar, también las venden por 5 euros.
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